El desarrollo de diferentes plataformas digitales ha cambiado la forma de adquirir productos, bienes y servicios. De acuerdo con el estudio EY Future Consumer Index, realizado por EY, las generaciones jóvenes llevan la batuta frente al consumo a través de tecnologías y experiencias emergentes. Según los resultados de la encuesta, una de cada 10 personas de estos rangos de edad precisó que son consumidores digitales, el 17% de ellas emplea monedas digitales y el 14% ha usado la tecnología virtual para vivir experiencias inmersivas –como lo es el metaverso–.
“Según nuestro estudio, el 36% de las personas planean visitar solo las tiendas que ofrecen grandes experiencias, lo cual demandará creatividad por parte de las empresas para hacer de sus productos toda una vivencia en la compra y los forzará a tener un dinamismo que el mismo consumidor y la competencia exigirán”, advirtió Jesús Cuenca, socio de Technology Consulting, EY Latinoamérica Norte.
Es por eso que para aumentar el tráfico en las tiendas virtuales o en los marketplaces, tanto en cantidad de personas como en tiempo de visita, las cadenas comerciales deberán evolucionar a un formato de comercio virtual, en el que presenten de una forma diferente y atractiva sus productos. Para ello, una herramienta que ha sido tendencia en la modernidad es el metaverso, entendido como una red expansiva de simulaciones y escenarios tridimensionales que permite a los usuarios sumergirse en un espacio donde lo digital y lo físico convergen.
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En este sentido, el metaverso se debe desarrollar en un ambiente virtual inmersivo, en donde se creen experiencias en tercera dimensión apoyadas en avatares o figuras personalizadas, permitiendo así que en el ecosistema digital convivan comunidades interconectadas adquiriendo bienes y servicios sin limitaciones de tiempo y espacio, pero fortaleciendo los vínculos y lazos con las marcas.
Adicionalmente, las empresas que decidan apostarle al metaverso como eje experiencial e innovador para sus clientes también deben tener presente que este espacio debe dotarse de capacidades reales de intercambio, pago y trazabilidad. Allí, las tecnologías como el Blockchain permitirán, a su vez, que la experiencia sea de uso e interés real para los consumidores y las entidades.