35 agrupaciones protagonizarán la nueva edición del Encuentro Nacional Comunitario de Teatro Joven de Medellín, iniciativa que arrancó hace 25 años cuando 88 personas de la Comuna Nororiental decidieron derribar las fronteras que marginaban los barrios del desarrollo social, económico y cultural.
Desde esta semana y hasta el 10 de este mes se llevará a cabo esta vigésimo quinta edición que contará con la participación virtual de colectivos teatrales provenientes de Argentina, Brasil, Costa Rica, Ecuador, Perú, Uruguay, y por su puesto artistas nacionales.
Como parte de la programación del encuentro se realizará una comparsa que desde la virtualidad hace un homenaje a los 25 años de trayectoria del evento; una conversación sobre los públicos de hoy en la era digital y la virtualidad excluyente, exclusiva y poco participativa; se vivirá un cierre del encuentro con un entretejido de las experiencias amorosas de la comunidad de Redes del Teatro en Comunidad de América Latina.
Así mismo se podrá disfrutar en el encuentro de la emisora Nuestra Gente, en la que se narrarán las historias de los barrios de los grupos participantes, todos los días desde las 4:15 p.m.
El encuentro nació durante el año 1996, en el que Colombia vivía una crisis humanitaria por el conflicto armado, lo que hacía que “nuestra juventud fuese más vulnerable con altos índices de muerte, con indiferencia ante el valor de la vida. Esto nos producía tristeza y rabia, no queríamos que nos vieran como seres soñolientos, queríamos ser reconocidos como seres soñadores, con apuesta y propuesta por el futuro de la juventud y la ciudad. Fue cuando 88 muchachos de la Comuna Nororiental fuimos pioneros de este acto que decidió derribar las fronteras del miedo”, señalaron los fundadores del evento.
Fueron cinco grupos que conformaron la base del Teatro Comunitario Santa Cruz, con el que se construyó la primera sede del encuentro, ya que “era tiempo de cambiar una sala de velación por una sala de teatro donde se representaba la parca, un basurero debajo de un puente se convertía en escenario barrial, el callejón del cementerio más antiguo de la ciudad servía como espacio de encuentro vivo. Las calles del vecindario dieron cobijo a la alegre rebeldía de otros grupos”.