12 Días | El Nuevo Siglo
Viernes, 14 de Octubre de 2016

12 días post plebiscito, perdidos para desmovilizar guerrilleros, para el conteo regresivo de la entrega de armas, y dar gracias por el inicio de un nuevo país. 12 días entre paréntesis para los delegados de la ONU, e inseguros para los fondos internacionales destinados al posconflicto, que ahora flotan por el ciberespacio financiero, y pueden desviarse hacia países que sí estén listos a recibirlos.

12 días desde ese domingo incomprensible, en el que una elección popular le arrebató al mismo pueblo, el principio de  paz que ya tenía en sus manos.

12 días llevan los muchachos de las Farc mirando las copas de los árboles, esperando que se cumpla lo pactado. El 40% de ellos fue reclutado cuando eran menores de edad; es decir, muchos entraron a la guerra en contra de su voluntad, y con razón y corazón quieren cambiar fusil por pupitre, y granada por trabajo. Las redes están llenas de testimonios de guerrilleros rasos, ávidos por renacer en un nuevo contexto.

Gracias al Cielo la sociedad no está hecha a imagen y semejanza del innombrable, y los miles de personas que han salido a las plazas pidiendo #AcuerdoYa son una muestra de ello. Colombia no quiere volver a la guerra, ni botar a la caneca cuatro años de negociaciones y 52 de los más duros aprendizajes. La sociedad colombiana está demostrando estar lista para la paz; dispuesta a perdonar, incluir, acoger, y recomenzar.

Las marchas ciudadanas en las diferentes regiones del país y del mundo, y la mirada expectante y decidida de los indígenas y campesinos que llegaron a Bogotá luego de atravesar cientos de kilómetros a pie, en buses y camiones, hacen que resulte imposible claudicar.

12 días los negociadores en La Habana, en la misma mesa, volviendo a debatir lo  ya  pactado, ahora con el amargo y tóxico ingrediente de las peticiones del innombrable.

Que me muestren el primer guerrillero que acepte desmovilizarse para que lo extraditen, para ser encarcelado o para tener que callar sus convicciones, porque uno de los  precios que debería pagar por haber sido tan malo y  antisocial, es que las puertas del mundo político siempre estarían cerradas para él.

Que me muestren la primera negociación social pactada y cumplida, por firmantes divididos entre vencedores y vencidos.

El objetivo de una negociación exitosa no es la derrota ni la ganancia unilateral. Pero, claro, en ciertos paralenguajes, la concertación es de los débiles, ergo, inaceptable.

Fue muy cruel que el narcisismo y los intereses creados intentaran cambiar la línea del horizonte, a punta de miedo y amenazas tan falsas como retrógradas.

Pues ahora le corresponde al innombrable, y a quienes a pesar de todo decidan seguirlo, asumir el costo del riesgo; de esta cuerda floja en la que pusieron a caminar a un país que por unos días fue feliz, y que ahora tiene la misión de reconstruir la esperanza.

Tenemos que lograrlo: #AcuerdoYa  es una decisión y una deuda por pagar; una presión indeclinable; una bala de oxígeno que emociona y convoca, para que nunca más  regresen las balas de plomo.

ariasgloria@hotmail.com