Como una de las exigencias de los responsables de la protesta que hemos vivido en Colombia desde el pasado 21 de noviembre, se señala la necesidad de terminar con el Esmad. Nos preguntamos ¿Y qué es el Esmad?
En primer lugar, no se trata de un ente jurídico ni de un organismo con identidad y existencia autónoma; es decir, no es susceptible de terminarse por la simple razón de que como ente moral no existe. No se acaba lo que no existe. Lo que existe en Colombia es una fuerza de policía institucional que cumple con funciones que le asigna la ley y la Constitución, proteger la vida, bienes y honra de los colombianos y para cumplir con este empeño, se especializa en diferentes aspectos que requiere el servicio, a fin de que sea eficaz para el cumplimiento de sus misión institucional.
Así encontramos policía especializada en los aeropuertos para atender los procesos de emigración e migración; en las calles, como policía de tránsito; en las carreteras; para la persecución de ciertos delitos como la extorsión y el secuestro; en los parques naturales, y por supuesto también, cuerpos especiales para atender los problemas de orden público, como el Esmad, para cuando las protestas se salen de casillas, y de manifestaciones organizadas y pacíficas, se pasa a actos vandálicos que destruyen el patrimonio público e impiden el desplazamiento de los ciudadanos. Por ello, la mayoría de los países civilizados cuentan con escuadrones policiales antidisturbios.
Así que olvidémonos, la policía no puede suprimirse ni eliminarse en ninguna de las funciones especializadas que tiene que atender para poder cumplir con los propósitos constitucionales en un estado de derecho. Los cuerpos especializados de la policía son necesarios para el cabal cumplimiento de la función.
Ahora, que la policía sea necesaria e indispensable en cualquier sociedad, es algo que no está en duda. Cosa distinta es que los desmanes de cualquier autoridad deban ser castigados y para ello se cuenta con toda una institucionalidad cumpliendo dicho propósito; empezando por la Procuraduría que tiene también un cuerpo especializado para investigar disciplinariamente los excesos de la policíaa y de cualquiera otra autoridad y la misma fiscalía que debe investigar los delitos de abuso de autoridad. Se trata de un juego de funciones y controles que tienden a que el ejercicio de la fuerza pública se cumpla dentro de los estándares adecuados de razonabilidad y respeto por los derechos humanos.
No es posible terminar o suprimir la policía, ni sus escuadrones especializados para proteger el orden público. Lo contrario equivaldría a desproteger la ciudadanía frente a los desmanes de los vándalos y desatender los deberes del Estado. No es transigible este propósito, ni debe estar en una mesa de negociación. A lo sumo lo que puede hacerse es un maquillaje al cuerpo especializado para que aparezca más amable con el ciudadano; y lo que debe hacerse sin dubitación alguna es requerir a los organismos de control para que investiguen y sancionen sus desmanes, lo demás son cantos de sirena. Más acción y menos alaraca en los organismos de control.