En las guerras civiles del siglo XIX se acostumbraba recurrir a veces a la figura denominada “exponsiones”. Se trataba de acuerdos amigables a los que llegaban los jefes de las partes contendientes para bajarle intensidad al conflicto. Pero que revestían un grado de compromiso menor del que aparejaban los acuerdos definitivos de paz propiamente dichos.
En una ponencia que he presentado ante la Academia Antioqueña de Historia he cotejado los pormenores de las exponsiones del siglo XIX con la agenda acordada con el ELN por parte del gobierno, y con los protocolos que se han divulgado sobre el cese al fuego y creación del consejo nacional de participación que comenzó a funcionar el pasado 3 de agosto.
La conclusión principal a que llego en esta ponencia es que muchos de los puntos negociados hasta ahora con el ELN tienen más similitudes con las exponsiones” que se utilizaron a lo largo del siglo XIX que con los acuerdos de paz definitiva que se supone ponen punto final a los sangrientos conflictos con los grupos alzados en armas.
Una de las características frecuentes de las “exponsiones” era que las partes se acordaban en “hacerse pacito”, sin entregar las armas. Pues bien, leyendo la ambigua forma como quedó redactado este asunto de la entrega de armas en la agenda acordada con el ELN se notan curiosas similitudes con las exponsiones del siglo XIX.
En efecto, allí se dice que: con el propósito de construir acuerdos se buscará “…en el marco de las nuevas circunstancias generales de este proceso, la construcción de un acuerdo sobre las armas del ELN, en sincronía con la estrategia para superar la violencia y neutralizar el armamentismo y el belicismo”. (punto 5 de la agenda).
Esta formulación puede decir mucho o nada; y puede perfectamente servirle al ELN para dilatar la entrega de sus armas sine die. Tal como se hacía en las exponsiones del siglo XIX.
En los protocolos negociados hasta ahora se dice también que las conclusiones a que lleguen las mesas con la sociedad civil (que se prolongarán hasta mayo de 2025) servirán para “construir un gran acuerdo nacional” (¿el mismo del que habló el presidente Petro en su alocución del 20 de julio?), y para “pactar las transformaciones que requieran las regiones y el país en su conjunto”.
Pero no queda claro qué pasará con las conclusiones a que lleguen las profusas consultas que se adelantarán con la sociedad civil (que se adelantarán con 80 estamentos de la llamada sociedad civil a lo largo de foros que se prolongarán durante el próximo año y medio).
O sea, hasta muy avanzado el gobierno Petro los diálogos de paz con el ELN se dedicarán solamente a adelantar consultas con la sociedad civil, puesto que solo a partir de mayo del 2025, es decir, hasta faltando apenas 15 meses para que concluya el actual mandato presidencial, se entrará en negociaciones propiamente dichas sobre los temas duros de las transformaciones reclamadas por el Eln. Estas negociaciones muy difícilmente terminarían entonces durante el actual mandato presidencial.
Queda también por clarificar si las recomendaciones a las que se llegue luego de los profusos foros que habrán de adelantarse con la llamada sociedad civil son o no vinculantes. Las declaraciones que se han dado hasta el momento son ambiguas.
Si se pretendiera darles el carácter de “vinculantes”, ello significaría ni más ni menos abrir la posibilidad de una asamblea constituyente por la puerta de atrás.
Que haya comenzado un cese al fuego con el Eln a partir del pasado 3 de agosto es algo bueno a lo que hay que darle la bienvenida. Ojalá sea bien verificado y se suspendan los atropellos y hostilidades contra la sociedad civil no combatiente que es de lo que se trata finalmente.
Esta tregua de hostilidades durante 180 días permitirá abonar el terreno para una negociación seria de paz final, que solo habrá de comenzar, como se ha dicho, en mayo de 2025 cuando terminen las profusas consultas con la llamada sociedad civil que se han definido en los protocolos.
Ojalá también que cuando se entre a negociar los puntos sustanciales de la agenda convenida nos orientemos más hacia un verdadero punto final del conflicto con entrega de armas efectiva y reincorporación del ELN a la vida civil; y no hacia un mero maquillaje de paz como se hacía en las exponsiones del siglo XIX.