ALBERTO ABELLO | El Nuevo Siglo
Lunes, 6 de Febrero de 2012

Ecos del Hay Festival

En el Hay Festival se consagró el actor John Leguízamo en  charla con Roberto Pombo, en el Teatro Heredia, donde La Chica Morales contribuye con dedicación a estimular los eventos culturales de Cartagena. Carlos Fuentes, suscita el  aplauso unánime del público, que puede verle, oírlo, departir con él, que aprovecha para hablar de la legalización de la droga y el sangriento drama de México con mas de 40.000 tumbas por la guerra que el presidente Calderón declaró a las mafias y que castiga a  ciudadanos del común. Con algunos  escritores con los que departí tomando un delicioso café en la librería Ábaco con Óscar Collazos, llegamos a la conclusión de que La muerte de Artemio Cruz es la obra por excelencia que consagra a Fuentes.
Numerosos colombianos y gentes del exterior, desde 1988, provenientes de distintos continentes, se dan cita en la hospitalaria Heroica, para hacer una pausa en su diario discurrir y dedicar tiempo a la literatura, socializar con intelectuales y lectores que acuden por sus propios medios a lo mismo; así como a tener unos días paradisíacos junto al mar que parece arrullar la ciudad amurallada, sus vetustas edificaciones, calles y plazas cargadas de historia,   donde se desarrollan los eventos, diálogos, presentaciones y promoción de distintos autores consagrados o noveles. Por unos instantes, Alfonso López Caballero, de los directivos del Hay Festival, del brazo de María Paulina de López, vestida a lo Soledad Román, se mezclan con el publico para moverse presurosos de un lugar a otro y no perderse ningún evento, incluso la confesión pública de la exmonja Leonor Esguerra, quien revive sus actividades contestatarias, cuando desde la dirección del Marymount escandalizaba a la opinión, un drama que aún despierta chispas. Evento al que muy dignas Paloma Valencia y su madre se niegan  a ir.
Arribamos a Cartagena, donde percibimos el un tanto esquivo afán  de empaparse de cultura como si fuese un baño de agua de Colonia, ver a las figuras del momento nacional o internacional. Van especialistas, burócratas desprogramados, hermosas, sonrientes cartageneras o turistas que suelen  despertar la admiración de los poetas que las confunden con las  sirenas encantadoras que  solían  perturbar los sueños de  los rudos  lobos del mar. Entre las personalidades de la ciudad, de  blanco, fina guayabera y sombrero Panamá, nos encontramos al culto y amable caballero Raimundo Angulo, quien es una leyenda del reinado de belleza de Colombia. Belisario Betancur con Dalita, rodeado de la solidaridad y respeto ciudadano.
Siempre nos acompaña la omnipresente estela de Bolívar, ciudad donde nace a la gloria, lugar que en vano intenta profanar, Evelio Rosero, con su insano libro  inspirado en los infundios y la traición del sanguinario Obando, el héroe de Berruecos, como del venenoso Sañudo. Rosero, dizque el nuevo Cervantes, omite en su libro que Obando y sus conmilitones traicionan al valiente Agualongo, al que entregan  amarrado al Libertador Simón Bolívar, quien le ofrece la libertad de incorporarse a la causa de la República. El guerrero realista no acepta, prefiere morir heroicamente al grito de ¡Viva el Rey!