Alejandra Fierro Valbuena, PhD | El Nuevo Siglo
Miércoles, 23 de Septiembre de 2015

VIOLENCIA PSICOLÓGICA

La bajeza del engaño

Mucho  se ha hablado en los últimos años del maltrato que ha sufrido la mujer a lo largo de la historia. Se comienzan a conocer casos espeluznantes en los que las mujeres, por compasión y amor, han ocultado la violencia de la que han sido víctimas por años. Los intentos por reivindicar los derechos de las mujeres, en ocasiones las ponen como responsables del maltrato. Se juzga la entrega y el amor como un acto de estupidez frente a la cruel evidencia de los moretones y de la destrozada autoestima. “¿Cómo te quedaste tanto tiempo con él?” es la pregunta que se les hace con el juicio implícito a su resistencia. Se concluye con un simplista e injusto: “ella se lo buscó”.

Estamos cogiendo por mal camino en la defensa de los derechos de la mujer. Juzgarla por aguantar, supone sobre todo juzgarla por su capacidad de perdonar, de comprender, de amar, de mantener un compromiso. El acto de denuncia o renuncia exige que pacte con el odio, el desprecio, el desamor. ¿Es esto lo que queremos de las mujeres?

Si algo nos caracteriza, frente al sexo masculino, es la capacidad de entrega. A diferencia de los hombres, creemos que el diálogo es una mejor vía que los golpes para resolver conflictos y estamos dispuestas a perdonar una y mil veces. Es evidente que las mujeres estamos mejor preparadas para asumir compromisos. No sufrimos del miedo ridículo que tienen algunos hombres de entregar sus pequeños placeres a cambio de un proyecto de vida con sentido. Somos valientes y arriesgadas en el momento de amar; por eso el amor de madre tiene una fuerza incomparable con respecto a otros amores. Y por eso, los hombres que respetan y que tienen la valentía de desprenderse de sus egoísmos para formar una familia, aceptan, sin ningún complejo, que en su casa quien tiene las riendas en asuntos morales y afectivos es su mujer.

Muchos hombres, en su cobardía, se resisten a la entrega desinteresada y ejercen sobre las mujeres un tipo de violencia aún más sucia que la física: la psicológica. Utilizan artimañas para aprovechar lo mejor de los dos mundos: disfrutar de un amor sincero y entregado, pero al mismo tiempo mantenerse en su zona de confort, sin renuncia alguna a sus placeres y comodidades. Cuántos casos vergonzosos no se han visto de hombres infieles que mantienen por años a sus mujeres engañadas…

Infortunadamente esta es una práctica socialmente aceptada, que incluso, otorga cierto estatus al “avión” que consigue mantener el engaño por más tiempo. ¡Que hombría tan ínfima y penosa!

Desenmascarar el engaño masculino no se consigue obligando a actuar a la mujer con la misma bajeza que los hombres. Mujeres: sigamos amando, perdonando, creyendo, comprometiéndonos, dialogando, comprendiendo. Resistir no es un acto de cobardía. Es apostarle a lo que vale la pena. Quien agrede, engaña e irrespeta es quien carga con la peor parte en su humanidad. El responsable es el agresor y es el que está obligado a pedir perdón y a cambiar de mentalidad. Por favor, ¡no mas foros de mujer en los que sólo hay mujeres! Son los hombres quienes necesitan asumir nuevas prácticas, entender el mundo de un modo más respetuoso, más entregado, más amoroso, más femenino.