Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 13 de Junio de 2015

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

Urbanidad de Carreño no leída

Existen  costumbres y usos  entre los seres humanos que tienen por objeto  hacer de la vida cotidiana, un ejercicio amable, sin meloserías odiosas. Contrariamente hay maneras de comportamiento chocantes tanto para circunstantes, como para quien por olvido o mala educación las practican en público. Hablar con la boca llena es una incómoda para quien tiene que soportar en la mesa a alguien que lo hace. Para evitar esta mala costumbre, nos enseñaron en la infancia que jamás en la mesa se debe llevar a la boca una porción de comida que no  permita hablar normalmente a quien la ingiere. Deben ser porciones pequeñas y si es posible no hablar en tanto se mastican.  Para significar lo inconveniente de esta mala costumbre, cuando a alguien se le han otorgado favores, a manera  de crítica se le dice “no se debe hablar con la boca llena”

No abrir un sobre dirigido a otra persona, abrir la puerta a las damas, retirarles el asiento cuando se van a sentar a la mesa, quitarse el sombrero en su presencia, no sorber la sopa, no retirar el plato ya consumido, son por ejemplo usosque se deben seguir en la mesa. El empleo del celular es objeto de algunas normas; tiene también sus reglas no escritas. No es de buen recibo usarlo en reuniones sociales, pero si es indispensable hacerlo, debe retirarse la persona a un sitio en el cual sus contertulios no estén obligados a oír una conversación que no les interesa. Las controversias entre gente bien educada, por más serias que éstas sean, no tienen por qué pasar por alto las buenas costumbres. Nuestros dirigentes, salvo contadas excepciones, herederos  de la costumbre de mantener la compostura,  se dirigen unos a otros con los términos más correctos y elevados. Señoría, que es el reconocimiento cortés de comportamiento, distinguido, elegante, fino y noble, es una expresión de uso frecuente, como se dijo atrás, aunque la controversia de la cual se trata sea de lo más agudo.  Naturalmente esas costumbres nobles suelen estar controvertidas por los hechos. Pero eso es harina de otro costal. Somos bastante ufanos de nuestras costumbres públicas y privadas, así como del uso de nuestro idioma. Malas expresiones y malos gestos son criticados, tanto entre los nuestros como cuando las oímos en otras latitudes donde su usa el castellano. Estas y otras normas de comportamiento social están contenidas en el muy conocido libro Manual de urbanidad y buenas maneras, del venezolano Manuel Antonio Carreño; nos fue enseñado en nuestra temprana juventud, y no se nos ha olvidado. Maduro, su compatriota,  hoy temporalmente al frentede los destinos del país hermano, en su vasta formación cultural no le quedó tiempo para leerlo y tampoco le ha quedado para practicar  sus enseñanzas.

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PS.  Los crímenes y atropellos de las Farc le han dado un golpe mortal al proceso de paz.