ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 1 de Noviembre de 2014

La edad

La cuestión de la edad y sus manifestaciones sobre la vida cotidiana es algo que genera preocupaciones no solo a los mayores, sino a los psicólogos que estudian el comportamiento de los adultos.

The New York Timestrae en su edición del pasado 22 de octubre, un artículo  titulado “¿Qué tal que la edad no fuera sino una actitud mental?”, en el cual se relatan una serie de investigaciones realizadas por Ellen Langer, profesora de psicología de Harvard. Trae observaciones tan interesantes como que la indiferencia mostrada por algunas personas de edad, lejos de ser un deterioro cerebral es la falta de incentivos para recordar. A base de algunas experiencias explica que el modelo biomédico que dice que la mente y el cuerpo discurren en diferentes pistas es una equivocación.  Ahí es donde resulta válida la máxima nuestra: “cuerpo sano en mente sana.”  La salud y la enfermedad están muy arraigadas en nuestras mentes y corazones y como nos sintamos en el mundo, como lo percibamos, nos permite entender la edad. De sus investigaciones concluye que las bases cognoscitivas conducen a no pensar, crean  vulnerabilidades y hacen fácilmente manipulable a la persona e influyen en la manera de pensar.

La edad puede considerarse de varias categorías. La  cronológica no tiene apelación, pero lleva consigo consideraciones que son propias de lo que se lee y se oye, de cómo son las deficiencias que genera el transcurso de los años en la actividad vital. O sea son las vulnerabilidades de las cuales habló la psicóloga Ellen Langer. Si se ha perdido la memoria, si no es tan fácil discernir y analizar los acontecimientos que se van sucediendo, es algo propio de la edad. Y si esto se asocia a lo que se supone gravita sobre  el organismo, se encuentra  que si  alguien que no puede caminar bien, que su agudeza visual se ha disminuido, en fin, si presenta menoscabo de sus funciones activas, aunque no se hayan sufrido malestares orgánicos internos, es cuestión de la edad. Esas son quizá las vulnerabilidades de las que habla Ellen Langer. Otra es la edad mental que puede coincidir con los estereotipos asociados y sufrir desmejoras que se supone la cronológica trae consigo.   El envejecimiento es entonces evidente y quien lo acepta va encaminándose lenta pero seguramente hacia un continuo deterioro. Pero si se tiene una actitud positiva ante la vida, la manera de enfrentar el envejecimiento es totalmente distinta. En otras palabras simultáneamente se pueden estar viviendo tres edades diferentes: la cronológica, la mental que se asocia con lo que se supone que debe pensar y hacer la persona según la cronológica y la de la  actitud ante le vida. El desfase o coordinación entre estas edades puede ser la clave de la salud del individuo.