El hijo del afamado artista Fernando Botero, Juan Carlos Botero, tras cumplirse un año de la partida del maestro escultor y pintor, habló con EL NUEVO SIGLO sobre los homenajes a la vida y obra de su padre y el duelo.
EL NUEVO SIGLO: Tras un año del fallecimiento del maestro, ¿cuál es su lectura de la forma en la que el mundo del arte lo concibe y lo recuerda?
JUAN CARLOS BOTERO: Muy para mi satisfacción he visto que ha habido un aumento en la apreciación de la obra de mi padre. Me parece que ha habido un aumento en el respeto, también el interés está más grande que nunca. Y esto todo refleja que su legado perdura, que su obra logró instalarse en el gusto colectivo de diferentes culturas, al punto que Fernando Botero es hoy en día, quizá, uno de los artistas más reconocibles del mundo. Cuando alguien ve una obra de él, la reconoce al instante como 'un Botero', eso no significa necesariamente que le guste, pero ese reconocimiento sí implica una aceptación de su propuesta estética. Cada vez veo que es más la demanda por ver y exponer su obra, lo cual me complace mucho.
ENS: Luego del fallecimiento del maestro Botero usted anunció que iba a escribir un libro muy personal sobre la relación que tenía con su papá, ¿cómo va ese proyecto?
JCB: Pues está bien, ahí voy avanzando lentamente. Primero estoy reescribiendo el libro que escribí sobre su arte, explicando su arte, porque así como hablé con él tantas veces, tenemos la convicción de que Fernando Botero es uno de los artistas más conocidos del mundo, pero a la vez es uno de los más incomprendidos. Se sigue pensando que su obra es un homenaje a la gordura y ese tipo de cosas, entonces ese libro lo que busca es esclarecer su filosofía, su pensamiento, los aspectos fundamentales temáticos e intelectuales de su estilo. Ya estoy muy adelantado con esa reescritura. Entonces, supongo que al otro libro ya me podré dedicar en pleno muy pronto, afortunadamente.
ENS: ¿En ese proceso llega en algún momento la nostalgia o algo que evoque ese dolor o ese duelo por su ausencia?
JCB: La verdad, confieso que no me he podido recuperar ni reponer de la pérdida de mi padre. Él fue una figura fundamental, no solo en mi vida, sino en toda la familia, una figura patriarcal de una enorme trascendencia, a nivel personal y familiar. Entonces, todo el libro está marcado por esa nostalgia, por esa tristeza, pero a la vez con esa gratitud y la celebración de lo que fue él como ser humano y de lo que fue como artista y también de lo que fue como filántropo, porque realmente creo que muy pocas otras personas en Colombia han tenido a título individual una obra filantrópica tan grande, tan nutrida y tan admirable como la de mi padre. El libro se ha impregnado de todo eso.
ENS: ¿En lo familiar cómo han sobrellevado la ausencia del maestro?
JCB: Yo no me he podido recuperar ni reponer y sé que para todos los miembros de la familia ha sido algo muy parecido, ha sido muy duro, porque era una persona con una presencia muy grande en nuestra familia. Su generosidad, su ejemplo, su conducta, su atención a los detalles familiares, era algo realmente increíble. A pesar de lo ocupado que él vivía, estaba pendiente de cada miembro y no solo él, sino también su esposa Sofía, quien fue una persona tan importante en la familia, que aglutinaba y se encargaba de organizar absolutamente todo, para que funcionara bien. Entonces, la pérdida de los dos con una diferencia solo de cuatro meses, fue devastadora para toda la familia.
ENS: Hace un año, en medio del duelo nacional por la muerte del maestro Botero, se prometió mucho en cuanto a homenajes, exposiciones y otras actividades para preservar su memoria y obra, ¿qué tanto de eso se ha cumplido?
JCB: Ahí estamos avanzando con mis hermanos, creando la Fundación Fernando Botero, por un lado; por otro, ya se ha inaugurado una exposición en Roma de esculturas monumentales y el 16 de este mes se inaugura una exposición de pinturas en el Palacio Bonaparte, también en Roma. También hemos recibido muchísimas invitaciones, para exponer su obra en diferentes partes del mundo, desde Oriente, Europa, Estados Unidos, estamos organizando todo eso. Lo cual demuestra que lo prometido se está cumpliendo y afortunadamente las cosas están marchando muy bien.
ENS: Ya que menciona el tema de la Fundación, ¿cómo va el desarrollo de la programación para conmemorar la vida y obra del maestro?
JCB: Vamos a inaugurar esa exposición, que coincide con el día siguiente del aniversario de su fallecimiento; esta exposición es una manera de celebrar eso y demostrar que hay una continuidad, es un mensaje al mundo del arte de que la obra Botero continúa, persiste, se mantiene viva y activa.
ENS: De otro lado, de todos los perfiles, biografías y textos profundos que se han escrito sobre Botero, ¿cuáles son los que más le han impactado y por qué?
JCB: He leído con mucha disciplina lo que he podido encontrar; me llama la atención y eso es algo que él comentó conmigo muchas veces, inclusive de parte de autores consagrados, importantes, lo equivocados que estaban cuando se referían al arte de mi padre, muchos inclusive mencionaban el tema de la gordura y el arte de mi padre no tiene nada que ver con gente gorda. Tiene que ver con una convicción filosófica muy profunda que consiste en la exaltación del volumen para comunicar sensualidad y deleite estético.
Es raro encontrar un texto acertado, por eso escribí el mío, aprovechando que tenía un tesoro de información porque yo oí hablar a mi padre sobre su arte durante toda la vida y, como soy una persona disciplinada, siempre tomé apuntes, notas, de todo lo que él decía.
Cada vez que él decía alguna cosa que me parecía acertada, y no solo eso, sino también de lo que era equivocado; cada vez que mi padre leía un texto de un autor que me decía esto está equivocado, yo le preguntaba ¿por qué? y tomaba notas de por qué, dónde se habían equivocado. Entonces, tener ese tesoro de información relacionado con lo acertado y lo desacertado fue lo que me permitió escribir ese libro.
Sí hay obviamente grandes textos admirables, pero creo que hay todavía mucha incomprensión y mucho malentendido en torno a la obra de mi padre.
ENS: ¿Qué responder a quienes dicen que Fernando Botero, como en su momento ocurrió con Gabriel García Márquez, se ponderaba y se admiraba más en el ámbito internacional que en el nacional?
JCB: Eso es algo muy típico de Colombia, donde desafortunadamente muchas veces las personas son celebradas y apoyadas en el exterior antes que aquí. Pero creo que en el caso de mi papá ha habido –y eso ha sido algo muy conmovedor de apreciar y de presenciar, especialmente en los días del entierro– un gran reconocimiento a su legado, a su arte, a su filantropía; ha habido una gran apreciación de lo que fue su obra y su trascendencia a nivel nacional.
Los dos museos que él creó, el de Antioquia en Medellín y el Botero en Bogotá, han contribuido mucho a mantener viva esa esa actitud de gratitud de parte de la ciudadanía y eso me parece fundamental, porque mi padre como sabes entregó más de 700 obras de arte a lo largo de toda su vida a diferentes países, incluyendo Estados Unidos, Venezuela, México, España y principalmente Colombia, y su objetivo fundamentalmente era que estos museos en Colombia fueran de acceso permanente y gratuito.