Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 20 de Diciembre de 2014

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

Delincuencia y castigo 

 

El  tema de la justicia está siempre presente en el pensamiento de los colombianos y de los no colombianos residentes en Colombia o aspirantes a serlo o transeúntes. En los últimos meses el asunto ha estado más presente por la huelga, paro o como pueda llamarse la falta de actividad de los juzgados.  Teníamos como recuerdo de nuestra clase de cívica, hoy infortunadamente eliminada en los colegios, que los trabajadores de los servicios públicos no estaban autorizados para manifestar sus protestas absteniéndose de trabajar y así presionar a quien tiene la potestad  de atender sus reclamos, justos o injustos. El servicio público como es  la administración de justicia no puede parar. Pero aquí resulta valedera la respuesta de un desvergonzado ciudadano que estaba haciendo una diligencia que solo se debe hacer en el baño, ante el pedestal de la estatua de Bolívar; un policía acucioso le llamó la atención y muy posesionado de su autoridad le dijo irrespetuoso y que eso no se podía hacer ahí. El ciudadano muy fresco le contestó “y cómo yo sí puedo.” Algo del mismo estilo nos ha sucedido con los que han paralizado la justicia; no se puede pero ellos sí pudieron.  Su largo período de paro ahora es retribuido por las vacaciones judiciales.

Este episodio no ha minado la conciencia y el respeto que les profesamos a las ramas del poder público, entre ellas la justicia. Creemos y me parece que en general el ciudadano del común cree en la justicia, aunque ésta cometa errores, pero humano es errar. No desmejora su opinión que encuentre desviaciones comparativas cuando se conoce la forma como se desempeña. Por ejemplo, no se entiende por qué el ciudadano que tuvo la mala fortuna de atropellar a un vehículo que transportaba una familia que como consecuencia del choque vioó desparecer a cuatro de sus miembros. Se oye decir que la detención precautelativa (ojalá este utilizando correctamente la expresión) se dispone entre otras razones cuando el detenido puede constituir a su juicio ser un peligro para la sociedad. ¿No lo será quien por su culpa ocasiona la muerte de cuatro ciudadanos? Como no lo es el ingeniero Camargo exdirector del IDU quien ha sido detenido y castigado por las fallas que se presentaron en el pavimento de concreto de la Av. Caracas. Este ingeniero cuando fue detenido precautelaticamente no era, ni es actualmente peligro para la sociedad.

Todo ciudadano delincuente probado debe ser castigado. Nos tiene preocupados le circunstancia que delitos cometidos en Colombia tengan que ser juzgados por autoridades judiciales extranjeras. Me refiero al caso de quienes atentaron contra la vida de un ciudadano norteamericano en Bogotá, hecho absolutamente repudiable y por tan punible; unos ya fueron castigados en Estados Unidos con sentencias severas y otros, según las noticias conocidas, también lo serán.  Una lástima que aquí no seamos capaces de juzgar estos crímenes y tengamos que apelar a jurisdicciones extranjeras. No repudiamos el castigo, sino no poder castigarlos aquí.

***

No puedo terminar esta columna sin desear a todos los lectores y amigos de El Nuevo Siglo una  celebración navideña llena de paz y tranquilidad y un 2015 con prosperidad y bienestar.