Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 16 de Enero de 2016

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

Lo mejor, enemigo de lo bueno

“Tren de cercanías no atenta contra el metro”

 

Los  trenes de cercanías  aprovechan  las redes ferroviarias que llegan a las grandes ciudades. Así se consigue una movilización eficiente y efectiva de las personas que viven por fuera del perímetro urbano; en cierta manera contribuyen a descongestionar la densidad de población y a descargar la presión sobre los servicios públicos. Claro que la atracción especial que tienen las urbes no se ha podido disminuir y las personas que han vivido en el campo tienen como “desiderátum” ir a vivir a las urbes que para los que viven en ellas se han vuelto relativamente insoportables. Pero bueno, sea como sea, los trenes de cercanía han prestado un gran servicio a la comunidad. Así pues Londres, París, Viena para mencionar algunas ciudades del Viejo Continente, al igual que Buenos Aires y bastantes ciudades de los Estados Unidos cuentan con los trenes de cercanías, algunos como entidades administrativas independientes de los ferrocarriles o como dependencias de los mismos.

 

Entre nosotros el uso de las líneas férreas que llegan a las ciudades grandes no ha sido utilizado en forma sistemática y regular. En Medellín y en Cali muy tímidamente se han tratado de utilizar; en la antigua División Pacífico hubo un período en el cual se prestaron servicios entre Cali y las ciudades intermedias a Cartago. No podría calificarse como servicio de cercanías porque la distancia que separa a estas dos ciudades es tal que como para no poder calificar el servicio como de cercanías. Pero lo cierto es que estas ciudades contaron con un medio de transporte seguro, rápido y desprovisto de las congestiones de carretera.

 

En Bogotá, las líneas del ferrocarril que afluyen se utilizaron como medio subsidiario cuando por una u otra razón la movilización entre las poblaciones de la Sabana y la capital se ponían difíciles. En esas épocas,  la Nación se acordaba de que disponía de un medio de transporte masivo, eficiente y oportuno. El servicio del llamado Tren de La Sabana que se estableció, siendo Presidente Belisario, como servicio turístico entre la capital y Nemocón en donde se visitan las famosas y antiguas salinas. Este servicio, a pesar de todas las vicisitudes por las cuales ha atravesado el sistema férreo nacional, sigue funcionando. No se ha limitado a los viajes turísticos de fin de semana, sino que se ha convertido en el ahora descalificado servicio ligero de cercanías;  llevan y traen estudiantes a la sede de Cajicá de una prestigiosa universidad. Todos los días a mañana y tarde da gusto y satisfacción ver correr los trenes llenos  de estudiantes que van y vienen de su centro de estudios.

 

Se dice que los trenes ligeros, refiriéndose a estos, son muy costosos.  Vaya uno a saber en términos de qué son costosos. Es necesario también que se defina lo que se entiende por tren ligero para poder opinar. Naturalmente que para prestar un servicio cada vez más eficiente, sería conveniente hablar de sistemas de tracción y rodante especializado para disminuir los tiempos; que eventualmente sean de rápida aceleración, distancias de frenado y aceleración más cortas, localización de estaciones  apropiadas a la rápida evacuación de usuarios.

 

En fin, no se puede ni se debe descalificar esta posibilidad que de ninguna manera atenta con el proyecto del metro para Bogotá, sea este subterráneo o elevado pues puede contribuir a la mejora de la movilización. Para este servicio se tienen las zonas provistas de las carrileras. Lo mejor es enemigo de lo bueno dicen los que saben de cómo adelantar proyectos con lo que se dispone.