Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 30 de Abril de 2016

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

Reingeniería a las comunicaciones

                    

QUIENES de alguna manera nos interesamos por las cosas que suceden en nuestro país, no dejamos de meditar y pensar sobre todo lo que acontece. El deseo general es que al Gobierno le vaya bien en el proceso de conseguir la paz; aunque parezca una gran bobería decirlo, si a éste le va bien a los ciudadanos también nos va bien.  Todos queremos que haya paz por lo cual estimulamos, aceptamos y tal vez nos resignamos también, en nuestro fuero interno y a veces en el externo, a que ésta se logre aunque  haya de pasar por alto algunas consideraciones legales que en algunos casos lindan con la moral; por eso hemos estado dispuestos a aceptar que el Gobierno haga algunas concesiones a los alzados en armas, las cuales conduzcan a que cesen los asesinatos, los secuestros, le invasión de pueblos, ciudades y veredas como incendios y asonada que obviamente alteran la tranquilidad y sosiego a nuestros compatriotas.

 

Tres noticias que tienen que ver con el proceso de la paz nos han llamado la atención por lo insólitas. La una es el propósito de garantizar la seguridad de los guerrilleros una vez se firme la paz, si es que se va a firmar.  Esto nos ha parecido absolutamente inusitado; ¿quién garantiza la seguridad de todos nosotros, los colombianos, que hemos sido objeto potencial y efectivo de los desmanes de la guerrilla para que ahora nos preocupemos de la seguridad de quienes fueron nuestros victimarios? A ellos, los guerrilleros les incumbe demostrar que son compatriotas nuestros y que superados los asuntos de las conversaciones ellos deben asegurar que no volverán a atentar contra la ciudadanía que aunque en algunos sectores los observa con simpatía, merece respeto y consideración. Se puede entender que ellos, los guerrilleros que están negociando, quieran cobijar bajo los acuerdos que se consigan a todos sus militantes. Hay que tener un poco de conciencia, es lo menos que se les puede pedir. ¿Cómo pretenden que asesinos tan temibles como el apodado “El Paisa” se sienten a la mesa a discutir con un prontuario propio de asesinatos y desmanes?  Es conveniente y necesario conversar con todo el mundo, pero ¿se podrá llegar a algo positivo con esta clase de criminales?

 

Con esta clase de actitudes se está enajenando la voluntad que tienen los colombianos de hacer toda clase de sacrificios por el éxito de las conversaciones de paz.  Las modificaciones  de las leyes penales que se han anunciado conducentes a abrir la compuerta de las normas penales con el objeto de morigerar las penas a las cuales se han hecho acreedores asesinos, secuestradores y hasta traficantes de drogas ilícitas deben estudiarse con la mira puesta en el objetivo final como es la obtención de la paz. Para ello estamos dispuestos a hacer toda clase de sacrificios.

 

Por otra parte se anuncia una reorganización de las Fuerzas Armadas, nos ha anunciado unos de sus comandantes en intervención televisada que fue ininteligible.  Bienvenida sea, pero todos estamos deseando que no sea un producto de las conversaciones de La Habana.  Esto sería algo que los colombianos no perdonarían.

 

La confianza ciudadana en el proceso de paz se está debilitando. Le corresponde al Gobierno hacerle, con celeridad, una reingeniería a su sistema pedagógico de enterar a los colombianos debidamente sobre lo que está sucediendo para disipar todas las dudas sobre el proceso de paz.