Desde siempre se ha dado por descontado que Colombia y los Estados Unidos, han sido, son y serán aliados estratégicos. También desde siempre se nos ha criticado una excesiva dependencia política, económica y cultural de Bogotá con relación a Washington. La verdad es que no hemos podido establecer con certeza si eso ha sido bueno o malo para nosotros. Esa asimetría del poder nos ha marcado y comprometido no solo como país sino como nación.
Sin embargo, tanto las formas como las composturas se habían mantenido en forma por demás correcta. Esto, infortunadamente está cambiando de manera deplorable. La llegada a la Casa Blanca de un politicastro de la catadura del señor Donald Trump, nos ha vuelto las cosas muy difíciles. Este atrabiliario advenedizo ha decidido “regañar” frontalmente a nuestro Presidente Iván Duque y lo ha hecho responsable del aumento exponencial de los cultivos ilícitos en nuestro territorio, olvidándose cínicamente que los grandes culpables son sus compatriotas como masivos consumidores.
Duque inmediatamente le ha respondido que Colombia no tiene por qué rendirle cuentas a ningún país y que su juez natural es su propio pueblo. Respuesta digna que, sin embargo nos debe llevar a algunas reflexiones. Nadie puede negar que los cultivos están devorando todas nuestras latitudes y estamos muy lejos de poder erradicarlas eficientemente y en forma rápida. Lo más grave es que se nota la ausencia de políticas públicas sobre el problema.
Ni el Ejecutivo, tanto a nivel nacional como regional, ni el Congreso, ni la justicia han diseñado programas que conciten todos los empeños necesarios para tener éxito. La insolencia de Trump puede tener una explicación pero nunca una justificación. Así no se trata a los amigos. Como si fuera poco el señor Álvaro Uribe se aprovecha de la situación para echarle más leña al fuego, olvidándose que en sus dos cuatrienios hizo muy poco en estos renglones.
El cultivo maldito es evidentemente nuestro gran talón de Aquiles. Es tiempo para que los dirigentes políticos del país prioricen todos sus esfuerzos para iniciar, en forma seria y contundente, la lucha que hoy parece perdida. La forma como se ha venido comportando el señor Trump debe prender todas nuestras alarmas porque somos muy vulnerables, mientras no tengamos éxito en materia tan delicada.
Lo que ha hecho Trump es darnos, en forma emboscada, “una puñalada trapera” Duque tiene que tener la certeza de que no es tiempo para disculpas, ni para demoras. Debemos entonces cuidarnos las espaldas porque Trump no es el único mal queriente.
Adenda Uno:
Aunque parezca que llueve sobre mojado, debemos también cuidarnos de nuestro vecino Nicolás Maduro, quien no pierde oportunidad para lastimarnos y complicar nuestras relaciones en la frontera. A este personaje también le gustan las “puñaladas traperas”.
Adenda Dos:
El profesor Antanas Mokus ha sido defenestrado del Senado. Por razones evidentemente legales, el Consejo de Estado le ha cancelado su credencial, es muy triste este episodio para nuestra vida democrática, pero evidentemente la “contratitis” cobra una nueva víctima.