Amylkar D. Acosta M.* | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Octubre de 2015

 

“Presión del gasto, mayor en el posconflicto”

RETOS FISCALES

La gran encrucijada

El  año entrante la Nación y las entidades territoriales se habrán de enfrentar a enormes retos fiscales, a consecuencia de la actual coyuntura económica, caracterizada por un entorno adverso merced a la destorcida de los precios de los commodities y, como todos los colombianos lo auguramos, signado por el nuevo escenario del posconflicto que se derivará de la firma del Acuerdo entre el Estado colombiano y las Farc en La Habana. Este será el telón de fondo con el que iniciarán los nuevos mandatarios de los territorios su cuatrienio a partir del 1º de enero de 2015.

Después de un largo ciclo de precios altos de las materias primas, que se prolongó por casi una década, desde 2011 empezó el declive de los mismos, siendo el petróleo el último en desplomarse. El impacto de la caída de dichos precios sobre las finanzas públicas ha sido demoledor, basta con señalar que la renta petrolera se desplomó desde los US$ 23.6 billones en 2013 hasta los US$ 19.6 billones en 2014, estimándose en US$ 9.6 billones en 2015 y escasamente en US$ 3.3 billones en 2016. En concepto de ANIF la “combinación de menores recaudos y mayores presiones del gasto implican faltantes fiscales para el Gobierno central del orden del 2.6% del PIB (por año) durante 2015-2018 y del 3.5% del PIB durante 2019-2022”.

Y esta presión del gasto será mayor en el posconflicto, porque la sola implementación de los acuerdos, según un reporte de Bank of America de octubre del año pasado, elaborado por el economista Francisco Rodríguez, costará anualmente por lo menos un punto porcentual del PIB en la próxima década. La reforma agraria, la reparación de las víctimas y la restitución de tierras demandarán ingentes recursos que habrá que arbitrar para financiarlos. Muy seguramente se contará para ello con la ayuda y la cooperación de la comunidad internacional, pero el país tendrá también que hacer un esfuerzo propio para su cubrimiento, en unas circunstancias que, como ya quedó dicho, serán aún más difíciles a futuro.

Se ha vuelto un lugar común decir que la paz es territorial, para significar que de la misma manera que el meridiano de la guerra pasó arrasadoramente por los territorios, también el meridiano de la paz deberá pasar por el territorio, reconstruyendo el tejido social desgarrado. De allí la importancia que se le dio en el Plan de desarrollo Todos por un nuevo país (2014-2018) al enfoque territorial del mismo, así como el propósito manifiesto de implementar políticas diferenciales, amén de la imperiosa necesidad de ir cerrando las brechas, tanto las interregionales como las intrarregionales. Ello demanda un nuevo arreglo institucional que pasa por el fortalecimiento de los anémicos fiscos territoriales, para que los departamentos y municipios del país estén en capacidad de asumir el rol que les corresponderá en este proceso de construcción de una paz estable y duradera

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*Exministro de Minas y Energía