ANDRÉS MOLANO ROJAS* | El Nuevo Siglo
Lunes, 5 de Marzo de 2012

Demografía y política exterior

Hay dos fenómenos que durante las próximas décadas tendrán importante impacto geopolítico a escala global. Se trata de los cambios demográficos que con distinta intensidad y signos contrarios vienen afectando a distintos países del mundo, y por otro lado, de las alteraciones que como consecuencia de ellos se producirán en las dinámicas migratorias. 

En efecto, mientras que los países del mundo árabe (por ejemplo) atraviesan ahora mismo una especie de “boom juvenil”, es muy probable que durante la presente década la tasa de mortalidad supere en Europa la tasa de natalidad, mientras se acelera el envejecimiento de la población a un ritmo que, sin llegar al extremo de lo que ocurre en Japón, compromete la sostenibilidad tanto de los sistemas de seguridad social como del propio modelo económico. Por su parte, Rusia experimenta ya un proceso de despoblamiento que en algunas regiones parece ser difícilmente reversible.

Lo anterior provocará cambios en la composición de cada una de estas sociedades, y también generará una demanda creciente de recursos humanos que tendrán que ser necesariamente importados de las “zonas jóvenes” del mundo. Esto quizá dé pábulo a algunos discursos nacionalistas y xenófobos, como los que ya empiezan a oírse (con preocupante resonancia) en países como Francia, Alemania o Hungría. Pero quizá sean aún mayores las oportunidades que, por la fuerza de las circunstancias y lo inaplazable de las necesidades, puedan ser aprovechadas por regiones del mundo que, como América Latina, son ricas en recursos humanos, requeridos ya no para desempeñar tareas básicas y labores manuales, sino para otro tipo de actividades, más especializadas y de mayor valor agregado.

De ahí que los diseñadores de la política exterior colombiana deban hacer un ejercicio de anticipación para explotar todas estas oportunidades en beneficio del país y de los colombianos.  Hay que diseñar estrategias para hacer más competitivo el recurso humano disponible; desarrollar una diplomacia más asertiva para reducir las limitaciones a la movilidad que pesan sobre los colombianos, hay que crear mecanismos para evitar un indeseable vaciamiento del capital humano del país asegurando condiciones favorables para su retorno o para que participen, desde fuera, en la creación y el fortalecimiento de las capacidades nacionales.

Y, claro, también podría ser la ocasión para atraer más inversiones, valiéndose de esa ventaja demográfica comparativa. En ese escenario hay cómo ganar por todos lados. Pero también hay cómo seguir perdiendo, si otra vez llega Colombia con retraso a su cita con la historia.

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales