Cada año, en el mes de noviembre, las distintas fuerzas que componen la Fuerza Pública comunican al país los nombres de los nuevos oficiales, que serán llamados a adelantar el respetivo curso de Defensa Nacional, para acceder a los grados de General y Almirante, hecho que no pasa desapercibido para la sociedad ni el país, por tratarse del reconocimiento a los mejores oficiales que llegan al pináculo de su carrera y acceden a responsabilidades de mando y manejo en las diferentes fuerzas.
Alcanzar esos niveles sabemos que no es tarea fácil, porque todos los hombres que llegan a ser considerados vienen precedidos de experiencia, buen nombre y prestigio. Sus hojas de vida entran a estudio por ser personas que batallaron durante muchos años, enfrentado todo tipo de incidentes, vicisitudes y pruebas. Sólo que no obstante tener todos los postulantes las suficientes calidades para ostentar el grado de general, apenas un pequeño número de ellos podrá aprobar el minucioso estudio que de su trayectoria hace el mando, donde la mínima mácula oscurece las posibilidades del candidato.
Es por esto que cuando las juntas asesores presentan ante el Gobierno los nombres de los escogidos, están señalando lo mejor de lo mejor, concepto sustentado en un recorrido de treinta años de servicio o más, tiempo suficiente para conocer una persona desde el punto de vista profesional e institucional.
Es saludable mirar al interior de las fuerzas para entender qué es la hoja de vida y cómo se diligencia, porque se habla mucho de ella sin identificarla. La hoja de vida es la minuta del diario accionar en la vida del oficial, donde los superiores van consignando meticulosamente paso a paso los éxitos, fracasos, aciertos y desaciertos del hombre durante su paso por las diferentes unidades, lo acompaña a lo largo de su vida y siempre está lejana de su alcance y conocimiento, pero abierta a ojos de superiores que en cada unidad van teniendo acceso a ella, para informase de capacidades, destrezas o falencias del subalterno y así, asignarlo a trabajos o responsabilidades acorde con sus potenciales, a tal punto que en cualquier estadio de la carrera, si la hoja de vida no es satisfactoria, puede nuestro oficial ser objeto de retiro institucional.
Como vemos no es fácil la vida en las fuerzas del orden, que en ocasiones brindan a sus hombres comodidades y bienestar a cambio de otras, acompañadas de peligro, riesgos e inestabilidad, viviendo por ello ambientes diferentes donde el desempeño debe ser coherente al reto, pero acorde con la filosofía y doctrina de la fuerza. Por lo tanto corresponde al Congreso avalar las decisiones del mando, no son las ONG como Human Rights Watch las llamadas a descalificar candidatos a Generales y Almirantes en Colombia.