Tal vez lo que más sufrimiento nos genera es el apego, como bien lo enseña el budismo. Vivimos con apegos diversos, que cambian en cada persona, pero que tienen denominadores comunes como la ansiedad, la frustración y la obsesión.
Nos apegamos a recuerdos del pasado, como cuando creemos que todo tiempo anterior fue mejor; podemos apegarnos a personas que ya no están, a relaciones culminadas, a cosas que ya no requerimos; también, a pensamientos obsoletos en el aquí y el ahora o a expectativas que no necesariamente van a ocurrir. El apego es escasez. A veces se nos olvida que estamos en un universo de múltiples posibilidades.
De otro lado, sabemos que como el pensamiento crea realidad, entre más enfoque tengamos en aquello que anhelamos, más probabilidades habrá de que eso que anhelamos ocurra. Sin embargo, tenemos el riesgo de caer en una trampa de moda y muy atractiva: creer que todo lo que nos propongamos lo podemos lograr. Hay una letra pequeña, esa que viene en los contratos y que pasamos por alto leer, pero en la cual aparecen las condiciones para que el contrato sea efectivo: lo podemos conseguir, solo si corresponde. Estas últimas tres palabras son fundamentales. Si no corresponde, podemos malgastar mucho de nuestro tiempo tratando en vano de que pase lo que no corresponde que ocurra, apegados a una idea. Necesitamos leer las señales. ¡Y hacerles caso!
Entonces, ¿cómo logramos combinar estos dos postulados de soltar los apegos y abrazar al enfoque para lograr lo que queremos? Tendríamos primero que reconocer si lo que queremos está alineado con lo que necesitamos -con la Consciencia Divina- y si en verdad corresponde. Por ello es importante discernir, hacer análisis y síntesis, recurrir a expertos que nos apoyen a encontrar la ruta que sí es y a abandonar ideas que nos pueden gustar mucho, pero que no tienen sentido práctico en nuestra vida ni en las de otras personas. Recurrir a una mentoría es esencial, para afinar nuestro enfoque y tener asertividad en lo que sí es probable. Esto aplica desde los temas de pareja hasta las propuestas de negocios, en lo individual, lo organizacional y lo colectivo.
No se trata solamente del proyecto que queramos, cuando lo queramos, así pensemos con extrema positividad y obsesión en el asunto, con total enfoque. Muchas veces nos enfocamos en lo que no es. Al verificar la correspondencia de nuestros anhelos en la vida, el tema no es de un mero capricho obsesivo, apegado, sino de proyectos con sentido vital. Es allí, cuando ya estamos enfocados en lo que sí corresponde, que sembramos, regamos, cuidamos, dejando que la existencia actúe sabiamente, confiando en que desde alguna o varias semillas habrá fruto.
@eduardvarmont