Quienes desde la primera infancia hemos sido habituados a asumir las cosas con gran responsabilidad, cada momento se torna de suma transcendencia por su importancia en el presente y en el futuro. Bien se ha dicho: “no dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy, ni permitas hoy un mal que amenace la vida del mañana”. “Asume tus deberes, y no dejes que otros decidan por ti”.
La experiencia de los demás países en el mundo es advertencia sabia para no hundirse en abismos tremendos, y situaciones sin retorno. Es preciso preservar un caminar sereno y provechoso para el propio país. Hay dolosos empeños de ocultar los peligros, tal vez sin tanta mala fe, pero, cerrar ojos y oídos a ellos seria tremenda irresponsabilidad.
Graves guerras se han suscitado entre las naciones con empeños de engañosos y falacias de lenguaje, con propuestas de superación que nunca llegan. Es preciso abrir los ojos y advertir el mal en donde se dé. Siempre el materialismo ateo ha llevado a crear la ruina humana y llevará, a crearla y que siempre los sagrados principios de bien la han sacado adelante y la sacarán. Es preciso adherirse a ellos y no dejarse llevar al abismo pisoteándolos.
Es necesario mantener en alto la confianza en Dios, en sus enseñanzas y en los maestros del bien, luchando con valor contra quienes desprecian todo ello, y tratan de llevar por sendas ilusorias y deleznables, que tarde o temprano conducen a tremenda ruina. Hitler, Stalin, Putin, Maduro, no llegaron improvisadamente a acciones tan devastadoras contra sus pueblos. Aprender a prevenir y defenderse de esas ruinas colectivas, es sabiduría popular indispensable. La indolencia, la ausencia en gestas decisivas, de gentes por lo demás buenas, han sido puerta abierta para arruinadores e interminables regímenes.
Estamos, en este mes de junio, a plena mitad de este año 2022 y es preciso que sigamos en avance firme en nuestros países. Hemos de mantenernos con principios sólidos, sin dejarnos acorralar por circunstancias frustrantes que traten de minar la estabilidad de nuestra Colombia. Hay qué asumirlos a plenitud, dentro de las posibilidades, dejando a un lado toda desidia, indiferencia o descuido apátrida, que pueden llevar a desastres irreparables, e inútiles lamentos.
Es deber sagrado seguir haciendo presencia con elecciones que den la mayor seguridad hacia épocas de verdadera prosperidad y tranquilidad. Tenemos, en algunos momentos qué tomar decisiones en las que no se puede garantizar lo mejor, pero que sí, claramente, atajen situaciones de males mayores irreparables.
Con la ayuda de Dios hay qué hacer este discernimiento, e implorar su ayuda para la solución acertada de nuestras naciones.
*Obispo Emérito de Garzón
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