Hemos hecho referencia, en entrega anterior, a detalles sencillos pero muy dicientes sobre convicciones de creyente católico del Presidente Betancur, que fueron base de su personalidad. Surgido en cuna humilde pero con grandes dotes espirituales e intelectuales lo llevaron a gran altura, destacada a su muerte (07-12-18) por dirigencia y el pueblo colombiano. Hemos mencionado su llegada a dirección del país como su Presidente, y la base de su ideario cimentado en la Doctrina Social de la Iglesia que anunció como programa de su labor de gobernante, y que lo llevó a ese grande cargo.
Retornemos a otros aspectos de su gobierno, con análisis de ellos y de otras circunstancias salientes vividas en su periodo presidencial. Allí está su esfuerzo por sacar al país de la guerra fratricida y llevarlo a paz, estable con arriesgadas jugadas suyas, pero con pésima respuesta de una de las fracciones guerrilleras que le pagó con la toma del Palacio de Justicia, que llevaba como objetivo juzgar al Presidente, y deponerlo. Ese intento subversivo de tan grande propósito reclamó firme actuación suya como salida, sobre la cual daré mi apreciación muy distinta a la de buena parte de la opinión pública que con otra mirada de las cosas descalifica al Presidente.
Ante aquella pretensión desmesurada y de extrema gravedad de los atacantes fue la reacción del gobernante, y de las fuerzas militares legítimas, como única salida a tal ataque, lo cual trajo un centenar de muertos, de los cuales fueron culpables los atacantes con su propósito subversivo de máxima pretensión y no quienes defendieron la voluntad popular que había consagrado a Betancur Presidente.
En aras de la paz, el Presidente Belisario, pidió perdón, posteriormente, por “los errores tácticos” en que hubiera caído pero no de haber cumplido su deber de defender a Colombia de ese asalto aleve, algo que en su momento aprobaron los Ex presidentes y su Gabinete en pleno, con clara defensa de quien fuera su Ministro de Gobierno, Doctor Jaime Castro. En síntesis, el país terminó dando razón a lo actuado en favor de la legitimidad en momento supremamente difícil, o, al menos, mirando con respeto lo actuado por el que procuró, en todo momento, obrar con rectitud y honestidad.
Otros hecho del periodo presidencial del apreciado Belisario fue su atención a la calamidad del arrasamiento de Armero por la erupción del Volcán Nevado del Ruiz (11-78), en la que su gobierno puso máxima atención. Especial, también, el apoyo que dio al Año Internacional de la Juventud (1985), en Colombia liderado por el Departamento de Juventud de la Conferencia Episcopal. Destacable la acogida que dio el Presidente Belisario a la Comisión de Pastoral Social del Episcopado Colombiano (1984), que le llevó su gran publicación “Compromiso Socio-Político del Cristiano”, con reconocimiento y para soporte de lo programado e impulsado por este Presidente.
Allí esta esa brillante página de la vida y trayectoria de Belisario Betancur, con final dedicado a la cultura, pero sin olvidarse de oportuna participación en momentos decisivos para suerte del país. Que sus luces y su testimonio sigan guiando a Colombia hacia una paz estable con aporte generoso de buenos ciudadanos.
*Obispo Emérito de Garzón
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