La inmensa mayoría de la gente anhela la riqueza. Sí, tener mucho dinero, propiedades, rentas, lujos, viajes y hasta excentricidades. En cierta medida eso está bien, la persona es libre de anhelar poseer, es parte inherente a su condición humana.
Pero la riqueza no es solamente material, esto es una parte de la riqueza integral, desde luego que es interesante, ya que toda nación trabaja para lograr más riqueza que pobreza, pues la pobreza es una desgracia. No conozco a nadie que se ufane de ser pobre, que se sienta feliz y realizado con su pobreza. Un buen gobierno se califica por disminuir los índices de pobreza y aumentar la riqueza. El indicador del PIB demuestra la eficiencia del gobierno. La pobreza extrema es un terrible lastre para una nación, de ahí que ese sea el factor de mayor preocupación del gobierno, su erradicación.
¿Entonces quienes generan riqueza?, pues los empresarios, la inversión privada, la libre empresa, la libertad de mercado, el capital. No conozco pobreza que produzca riqueza. Un país se destaca por su condición de vida. Ejemplo: Suiza es un país rico, Haití un país pobre, ¿Dónde preferíamos vivir? En Suiza o Haití. Solo un loco diría que en el ultimo. Es más, ni el más recalcitrante socialista preferiría Haití. El mundo guarda la esperanza que esa nación salga de su pobreza extrema y la única manera es produciendo riqueza y desde luego repartiéndola justamente entre la población, disminuyendo la concentración y haciendo que el dinero circule y cree más riqueza a beneficio de todos.
Hasta ahí la riqueza material, pero la riqueza es integral, la persona humana requiere de riqueza espiritual, mental, familiar y social. Esos elementos de la riqueza integral abarcan el complejo general de la felicidad de la persona. No es solamente lo material, pues nada se saca teniendo mucho dinero si los otros aspectos de la riqueza no son elevados. Con dinero pero enfermo, sin familia o despreciado. En fin, la riqueza debe ser equilibrada, así es una virtud.
En ese orden de ideas debemos preocuparnos por que nuestro país pase a ser rico, que la pobreza extrema deje de existir, que se tengan mayores oportunidades de trabajo, más emprendimiento, motivación productiva, más apoyo y menos pobreza. Comencemos por identificar propuestas de gobierno. El socialismo propende por convertir al Estado en empresario, en empobrecer y acabar a la propiedad privada, en regalar en vez de fomentar, en repartir pobreza en vez de crear riqueza. El capitalismo produce, crece y reparte, aunque no siempre es justo. Por eso los alemanes se inventaron la economía social de mercado, repartiendo con mayor justicia social la inmensa riqueza producida por el capital privado, pero con enorme beneficio para los ciudadanos.
Todo esto nos lleva a convencernos que es mejor ser rico que pobre. Desde luego que no rico avaro ni codicioso, sino rico integral, donde los cinco elementos de la riqueza estén en cada uno de nosotros y nuestros hogares.