Aunque en Historia Universal el profesor Josepelos nos compartió -no “socializó”, como dicen los progresistas- en clase sobre la Italia imperial la famosa frase de Goethe, escritor alemán, “Vedi Napoli e poi muori”, escrita en su libro Viaje a Italia, haciéndole apología a su gran belleza, no tengo el gusto de conocer ni siquiera Roma y quién sabe si lo logre antes de morir. Pero tengo ganas de volver a la Península Itálica -antes también las tuve- al enterarme de la novedad que obra sobre la Vía Veneto, una de sus calles emblemáticas, así rotulada luego de la Batalla de Vittorio Veneto y que sirvió de escenario a La Dolce Vita, película clásica del maestro Federico Fellini, por allá en los 60’s.
El cuento va a que dicha dolce calle va a ser rebautizada como Vía Armando Benedetto, tras la rutilante victoria política, diplomática y judicial del flamante nuevo embajador ante la FAO, a quien en su Colombia nativa apodaban “Pepe Cortisona”, encarnando al muy saco de plomo de las tiras cómicas de Condorito (la codicia rompe el saco, dicen) y quien sobre temas de alimentación y agricultura debe saber más de maternidad de gallinas; pero en cambio sí sabe escoger compañera sentimental, como la chica -tipo princesa árabe - que conocí y quien, creo, dirigía el programa Colombia es Pasión.
Y la conocí en el frío Castillo de San Carlos (barrio la “Candelabria”, donde opera la Cancillería cuyo mayordomo -en la sombra- es el Conde Draculeyva. Pero tal buen gusto no lo tuvo en cuenta al momento de contratar baby-sitter (niñera, como dicen ahora, o “sirvienta”, como la llamó una senadora de izquierda estrato 7), la señora Marelbys del Carmen, quien se encargaba de “espantar” a sendos niños del par de actores (él y Laura “Darrabia”, ahora exaltada al Dapre), antes de entrar a escena, en la penumbra, arrastrando una caja fuerte con rodachines disfrazada de coche de bebé.
Habremos de recordar que el bien boquisucio héroe de esta tira, en famoso audio, conjugó perfectamente el verbo “mentar madres”. El exembajador en Caracas, a quien dejaron esperando por horas una cita con el Presidente, antes de echarlo, se fue armando de valor, a punta de Chivas Azul, llamó a su exUTL Laura Camila, le cantó la tabla, barrió y trapeó con ella, y del bulto llevaron el ex Min interior Prada (conocido de autos) y el mismísimo Roysputín de la política colombiana, para al fin esputar, ya delirando, que “… se van a caer las Torres Gemelas, hijueputas”, expresión que Darcy Quinn interpretó como referencia a los contratistas hermanos Torres, pilares fundamentales de la gloriosa campaña del “cambio”.
Pero ahora, libre de todo mal y peligro (estando pendientes llamados de la justicia por eventuales conductas de incursión en enriquecimiento ilícito, irregularidades en Fonade y lavado de activos) brillará con luz propia, recorriendo -como Laura en su Casa de Nariño- la vía que lleva su nombre y brindando con vino tinto “A Posta Armando”, cantando a voz en cuello, como Raphael, “Qué sabe nadie”.
Post-it. Por fin llegó “el cambio” a Santiago de Cali. La movilidad vehicular fluye, los carriles exclusivos del MIO fueron rescatados de los descarados moto-ratones, igual que los senderos peatonales y aceras (queda faltando controlar el ruido) y se ve la presencia policial en la calle. Bien, alcalde Éder: aptitud con actitud y autoridad.