Si hay algo que reconocerle al gobierno del presidente Iván Duque es su política migratoria. Desde que llegó al poder el mandatario a puesto sobre la mesa un trato humanitario a los migrantes venezolanos, a pesar de implicar una perdida de popularidad entre los ciudadanos del común, que ven en los foráneos una amenaza a su estabilidad laboral y económica. Nuevamente nos sorprende en este sentido el presidente con el recibimiento de 4.000 afganos de manera temporal.
Después de conocida la noticia, me topé con diferentes personas quienes habitualmente me preguntan y comentan del acontecer nacional por el simple hecho de trabajar como periodista. La conclusión y preocupación de todos era la misma: les parecía terrible que el gobierno colombiano hubiera accedido a recibir a 4.000 afganos temporalmente. Colombia ha sido siempre un país reacio a la migración, de hecho, poco la hemos experimentado. Tanto así, que nos genera conflicto la llegada de migrantes venezolanos a nuestro territorio a pesar de ser las personas más parecidas a nosotros y ser casi imperceptibles las diferencias culturales. Los colombianos solo recibimos de brazos abiertos a los que representan los cánones de belleza eurocéntrica: altos, rubios y de ojos azules.
Por eso, son inaceptables los pronunciamientos que se le han escuchado a la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, respecto a los migrantes venezolanos. Como mujer inteligente y astuta, sabe cuál es el sentir de la población frente al extranjero. Es consciente del rechazo que genera en cualquier país, pero sobretodo en el nuestro. Sin embargo, prefiere aplicar esa estrategia política de encontrar un enemigo externo para tapar responsabilidades propias, que construir una narrativa inclusiva con el migrante. Hoy, en Bogotá, la mayoría culpa a los venezolanos por la situación de inseguridad que vive la ciudad, pero olvidan cuestionar cuál es la responsabilidad de la alcaldesa como primera autoridad frente al manejo de la misma.
Paradójicamente, el gobierno de Bogotá que se vendió electoralmente con banderas de centro izquierda y mucho más humanas, es la que está promoviendo políticas autoritarias y xenófobas en contra de los migrantes. Mientras que el gobierno nacional, aquel que es abiertamente de derecha, hoy abre sus puertas a más migrantes como símbolo de la humanidad que necesita el mundo. Además, generando consciencia sobre la riqueza que trae a cualquier población la apertura hacia otras culturas. Son aquellos territorios, los más expuestos a los foráneos los que se han desarrollado de manera más rica. Nueva York, París, Londres, Berlín, San Francisco, por poner unos cuantos ejemplos, son metrópolis que le han dicho si a la migración por coyuntura, necesidad o convicción, pero que se han visto favorecidas del resultado que deja la mezcla entre civilizaciones.
A pesar de obedecer a una situación catastrófica a nivel humanitario, qué bueno que experimentemos la migración en Colombia. Que hoy seamos nosotros los receptores de los que traen otras culturas y entendamos los beneficios. Algo hemos debido hacer bien como país si hemos pasado de exportar connacionales por cuenta de la guerra a recibirlos. ¡Bienvenidos migrantes!