“Es necesario rechazar este acto violento con toda la contundencia”
Este compromiso no da más espera. Y es claro después de haber visto el video de la agresión perversa de una tía con su sobrino de tres años que para “controlarle” la pataleta al niño, lo violentó con palmadas y golpes con su zapato. Es necesario rechazar con toda contundencia este acto violento e invitar a los precandidatos y candidatos a la Alcaldía de Bogotá que se comprometan a que pase lo que pase en la contienda electoral, el trabajo con los niños y con las familias en la ciudad sea adelantar una política pública que re-eduque a los adultos que tienen bajo su cuidado la crianza de los niños en Bogotá. Para 2018 se registraron en la ciudad más de 4 mil casos de maltrato infantil y más de 3 mil de abuso sexual. Estas cifras las tenemos que reducir para 2023 en al menos un 50% porque Bogotá debe ser la cuidad ejemplo y libre de maltrato contra los niños. Esto significa comprender, comunicar y educar a la sociedad bogotana en que cualquier tipo de golpe no puede hacer parte de la “educación” en los hogares.
Esa violencia es producto que nadie nos ha dicho que no hay necesidad de pegar, insultar o abandonar a los niños como nuestros padres en muchos casos sufrieron en su infancia.
La Organización Mundial de la Salud establece que el maltrato infantil incluye golpes físicos, maltrato psicológico, abandono, abuso sexual, explotación económica y negligencia. Esto lo tenemos que enseñar como política pública de educación para tener una mejor sociedad. Sin embargo, hay miles de personas que defienden la idea de los golpes como “herramienta” de educación, naturalizando el maltrato y justificándolo. Pero ya hay miles de estudios que demuestran que las secuelas en el largo plazo del maltrato infantil van desde enfermedades físicas como accidentes cardiovasculares, del sistemas nervioso, sanguíneo, endocrino y digestivo, hasta las enfermedades emocionales en toda su gama. El maltrato es prevenible si desde la política pública se ejecutan programas de educación para adultos en técnicas de crianza con afecto y apego que ayuden a los padres de familia a entender cómo educar con respeto y de esta forma destruir el paradigma de las generaciones pasadas de validación de los golpes, que aún tenemos como referente para educar a nuestros hijos y que muchos en una naturalización del maltrato, defienden sin ponerse rojos de la pena.
La paz se siembra en la infancia y criar no se trata de cambio de pañales o biberones. Se trata de lactancia con afecto, de presencia, de abrazos, mimos, sonrisas, amor, tiempo de calidad, lúdica, límites y contención. La disciplina se enseña con ejemplo y no con gritos.
Esta política se puede implementar como un programa de herramientas de autogestión en las emociones de las familias y se puede enseñar capacitando al cuerpo docente en los colegios, a los adultos y profesionales en las comisarías de familia y permeando los programas sociales de las entidades del distrito. Las metodologías existen y sólo es cuestión de aplicarlas. Lo hicimos en el SENA con resultados en menos de seis meses en los cuales los instructores en ética se encargaron de transmitirlo a los aprendices. En menos de cuatro años podemos tener impacto en los cuidadores de más de un millón de niños en Bogotá. ¿Se imaginan ustedes una ciudad en donde los adultos nos sintonizamos para proteger a la niñez? Yo sé que el metro es el debate central y que poco se habla de la infancia porque la estrategia política no se emociona con los pequeñines. Pongámonos la camiseta: Carlos Fernando, Miguel, Ángela, Claudia, Luis Ernesto, Celio, Jorge, Hollman, ¿Nos comprometemos por los niños de Bogotá a liberarla del maltrato infantil? Digamos a una sola voz ¡a los niños no se les pega y cambiemos el futuro ya!