Borja Sémper y Harry de Sussex parecen decididos a dedicarse al mundo de la imagen. El primero, a la del Partido Popular (PP); el segundo, a la de la Familia Real británica. Pero hay más diferencias: Borja tratará de mejorarla, de hacerla más atractiva o digerible para los votantes moderados indecisos de cara a las elecciones municipales y autonómicas que se avecinan, en tanto que Harry se afanará, lleva ya afanándose un tiempo, en propinarle el descabello a la de sus parientes.
Borja Sémper, el progre del conservador PP como si dijéramos, dejó la política asqueado, según dijo, de su embarramiento, de la voxización de su partido y de que éste siguiera evocando a ETA, resucitándola, tanto tiempo después de vencida y muerta. No sé si ahora habrá visto el terreno menos embarrado, menos seguidismo a las tesis, llamémoslas así, de Abascal y compañía, y menos alusiones a la banda terrorista que, por cierto, quiso matarle en los años de plomo, cuando Cayetana Álvarez de Toledo pisaba mullidas alfombras, pero el caso es que se ha animado a volver porque un Alberto Núñez Feijóo necesitado de recomponer su decaída imagen de moderación se lo ha pedido vivamente.
Lo de Harry, claro, es otra cosa, pues se inscribe en un espacio escénico diferente, aquél en el actúa interpretando su peculiar "reality show" la afamada Royal Family Company. Este chico, seguramente aburrido de tanto ensayo, tanta interpretación repetida y tanta gira por provincias, ha ido a emparejarse, sin embargo, con una actriz, por lo que sus iniciales planes de abandonar el mundo de las tablas se han ido al carajo.
Pero estando así las cosas, en vez de formar con ella su propia compañía, ha optado por el más relajado "modus vivendi" de poner verde al elenco con el que actuó durante toda su vida, y de esa dedicación ha nacido el primero de los tres libros de "memorias" que apalabró por un puñado, un buen puñado, de dólares.
A nadie se le escapa. o a lo peor sí, que Harry de Sussex es un niño pijo mal criado sin oficio y con beneficio. Se conocía su gusto por disfrazarse de nazi, y ahora, merced a su libro y a sus entrevistas promocionales, que ha matado talibanes, que a su padre le une una entrañable relación con su osito de peluche y que le pasó no sé qué en el pene. Qué interesante. Ahora bien; para interesante de verdad, ver en qué acaba lo de Borja en el barrizal.