Numerosos y sesudos estudios ha merecido la obra atribuida a Ambrogio Lorenzetti que decora desde 1339 los muros de la Sala de la Paz del palacio comunal de Siena, en los que se hace el contraste entre el buen y el mal gobierno, los efectos de cada uno sobre la ciudad y el campo, así como las virtudes y los vicios que identifican una y otra forma de gobernar.
Más allá de la necesidad de interpretar con ojos actuales la alegoría pensada para la Siena del siglo XIV, no hay duda de que ella mantiene toda su fuerza simbólica, por lo que vale la pena recordar sus principales elementos.
En el muro central que pretende mostrar al buen gobernante se le ve en un trono, junto a seis mujeres sentadas a su lado que representan las virtudes que lo deben guiar: la justicia, la templanza, la magnanimidad, la paciencia, la prudencia y finalmente la paz. Sobre su cabeza sobrevuelan la fe, la esperanza y la caridad. Alejada de él y al mismo nivel, se muestra otra mujer sentada en un trono que representa la justicia. Se la identifica por el libro de la sabiduría y por la gran balanza romana cuyas bandejas equilibra con sus pulgares. Cada bandeja tiene sobre sí un ángel. El de la izquierda, sostiene la espada y la corona, lleva la inscripción "distributiva” que simboliza la justicia del mismo nombre que castiga -se representa una decapitación- y recompensa -se representa una coronación-.
Del otro lado, bajo la inscripción "conmutativa" otro ángel a la derecha sostiene un bastón -medida de longitud- y un cilindro -medida de capacidad-: encarna la justicia conmutativa que regula la equidad de los intercambios. De los cordones de la balanza se sostiene debajo la concordia, que lleva en la mano una cuerda que entrelaza igualmente una procesión de personajes, que son los consejeros de la ciudad y sus habitantes, unidos por la misma idea del bien común.
A los costados de la sala se encuentran representados, de una parte, los beneficios del buen gobierno, en los que se muestran imágenes de una ciudad y un campo prósperos y en armonía. En el otro costado se representa al gobernante dominado por los vicios así como las consecuencias del mal gobierno evidenciadas en una ciudad casi en ruinas y un campo desolado. Se ve en esta parte de la obra a un monstruo con dientes afilados y estrabismo, imagen de la tiranía; sobre su cabeza la codicia, la soberbia y la vanagloria, a su lado seis mujeres que simbolizan la crueldad, la traición, el fraude, la furia, la división y la guerra. A los pies del monstruo y arrastrada por en el suelo se ve a la justicia encadenada. La cuerda aparece también, pero ya no se usa para unir sino para restringir y maltratar.
El mensaje es explícito bajo esta parte del fresco en el que se puede leer la siguiente inscripción: "Donde la Justicia está atada, nadie se pone de acuerdo sobre el bien común, ni tira de la cuerda recta”.
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