Se acaba el año y el corre corre de la finalización de un ciclo nos encuentra planeando el futuro que inicia con el año nuevo. Lo bonito de este tiempo es que la conciencia colectiva se sincroniza en irradiar, por breves que sean, reflexiones sobre lo que pasó o pudo pasar, nuestra forma de actuar y reaccionar.
Y no termina uno de hacer las cuentas de lo que hizo y dejó de hacer para empezar a comprometerse con nuevos propósitos, de ir al gimnasio todas las semanas, hacer dieta y bajar los 10 Kilos que he cargado la última década, aprender a tocar un instrumento, el tradicional voy a dejar de fumar y un largo etcétera entre trivialidades y aspectos profundos que cada cual sabe en su fuero interno podría mejorar, solo con el objetivo de tener una buena vida.
Yo creo que cambiar no es un proceso que se produzca de la noche a la mañana. Toma tiempo y meticulosidad. Para lo bueno y para lo malo. Hay cambios positivos y otros negativos. A veces estando en lo profundo del abismo de nuestras experiencias sale la fuerza para, de a poquitos, transformar lo que no nos sirve y construir una mejor versión de uno mismo. Pero pasa también lo contrario y estando en buenos tiempos le vamos dejando ganar a la vida, a la flojera, la impaciencia o la comodidad, espacios que terminan por cambiar los aspectos positivos que nos acompañaban. Hay que tener sensatez y valor para sacar el espejo y ver el reflejo de uno sin filtros engañosos. Eso a nivel personal.
En lo colectivo desearía yo que nuestra sociedad, la comunidad en la que vivimos, pudiera elevarse y dar un paso gigante hacia el crecimiento y la evolución. Yo quisiera que Colombia pudiera tener conversaciones políticas sanas, en donde prime el respeto por la posición ideológica, independiente del espectro en el que se encuentre cada persona. Quisiera un país sin corruptos y que los corruptos iniciaran un proceso interno de transformación para mirarse al espejo y que vean su reflejo tal cual es. Quisiera que los líderes que dirigen o quieren dirigir dejen de gritar y matonear a una masa de ciudadanos que en silencio soportan la falta de respeto de los que lideran.
Este país necesita personas que puedan organizar, gerenciar, decidir sin la necesidad de la controversia y el conflicto permanente. Quisiera un país libre de pedofilia, en donde el propósito de la política púbica sea por fin la rehabilitación de adultos que se conviertan en guardianes amorosos de las infancias de nuestros niños y que no sea secuestrado, torturado ni asesinado un niño más en toda la geografía colombiana. Quisiera que no haya más asesinatos ni de mujeres ni de hombres. Que prime la sensatez y que cuando falte, que la justicia opere con eficiencia y rapidez. Quisiera que hubiera justicia justa. Pero esos son propósitos mayores. En lo único que uno puede ayudar a cambiar es a aportar desde el comportamiento individual, acciones honestas, éticas y transparentes.
El próximo año será un tiempo de cambios y de oportunidades de participar de manera activa en la construcción de un mejor país. Ahí estaré presente. Feliz Año Nuevo.