CAMILO HERRERA MORA | El Nuevo Siglo
Sábado, 19 de Noviembre de 2011

¡Cómo me duele!

 

Cómo me duele no poder decirle a mi hija que tengamos un secreto, porque si le enseño que puede tener secretos con los adultos, algo malo le puede pasar.

Cómo me duele saber que no puedo dejar que mis hijos salgan a jugar a la calle como yo lo hice; a tocar todos los timbres de las puertas, jugar tarro, escondidas y perderse en las casas de sus amigos.

Cómo me duele ver niños en los centros comerciales con correas; ver los comerciales del ICBF que todos los días nos recuerdan que hay niños perdidos y ya no tenemos sensibilidad por eso.

Cómo me duele ver que los niños ya no son libres y están condenados en sus apartamentos a una vida lejana del golpe, del impacto, del raspón de rodilla y de los malentendidos con sus amigos.

Cómo me duele no poder ir al estadio con mis hijos porque lo más probable es que nos pase algo o que veamos algo que no es bueno que vean.

Me duele mucho estar pensando todos los días cómo cuidarlos porque hay personas que no tienen en su corazón el sentido de la vida, porque hemos dejado que en nuestro país la vida sea una moneda de cambio y que la integridad de una persona no exista porque no respetamos al otro y lo podemos ver como un simple objeto con el que podemos hacer cualquier cosa.

Quizá, lo más duro que me ha tocado al ser papá, es tener que pensar que todos son malos y pensar siempre lo peor para poder proteger a mis hijos, porque si confío en las personas, ellos pueden salir lastimados.

Ser padre no debe ser el rol de carcelero frente a la inseguridad de un país, debe ser ese compañero de juegos y viaje que acompaña y comparte lo que él pudo vivir, pero eso ya no lo podemos hacer, porque nuestro país se ha podrido a tales niveles que si un niño se pierde más de un minuto en el centro comercial sus padres piensan en violación, secuestro, venta de niños, trata de blancas y homicidio.

Me duele lo que nos hemos hecho, me duelo que mis hijos jugaran trompo en la sala del apartamento, levantaran cometa en el colegio y montaran bicicleta en el parqueadero, porque permitimos que un puñado de canallas nos quitara la paz y nos llenara de terror.

Colombianada. Cómo me duele ser terrorista con mis hijos, porque cada día les siembro un temor más.

@consumiendo