¿Por qué somos así?
En estos días he debido pensar mucho sobre el rol del colombiano en su cotidianidad y no puedo dejar de preguntarme por qué buscamos la forma más fácil de hacer las cosas y no la correcta.
“¿Si está en un centro comercial y se encuentra en el piso un billete de $ 50.000, que haría?”, y sabiendo de antemano la respuesta de la gente, ya no me sorprendo del ladinismo que tenemos.
Igual, hacemos doble fila para girar a la izquierda, compramos productos piratas y asumimos que lo que nos encontramos es nuestro. Esta mentalidad de hacer las cosas “porque se puede” y no “como se debe” nos tiene en una encrucijada.
Debemos comenzar a cambiar y dejar de actuar de manera egoísta o de lo contrario la falta de solidaridad nos podría afectar inversamente. Ha-Joon Chang -un economista coreano que cada vez toma más relevancia- nos recuerda que el mundo no vive del egoísmo y que los actos de solidaridad son muy comunes como el caso de los taxis, donde nadie se baja sin pagar, pese a que es muy posible hacerlo.
Los colombianos debemos comprender que la solidaridad tiene un retorno en nuestra misma calidad de vida; y con esto no me refiero a la limosna, ni a donaciones, ni a la responsabilidad social empresarial; la solidaridad comienza en el respeto al derecho del otro y de la misma norma y llega a su más clara expresión en el respeto a los impuestos, con serios problemas de imagen por los enormes problemas de corrupción que tenemos y porque la gente prefiere pagar menos por un bien; pero también es cierto que algunos ciudadanos pagan sobretasas de impuestos.
Cada uno de los colombianos hace algo que beneficia a otro directa o indirectamente: el que siembra arroz nos permite comer el producto, y depende del vendedor de palas, que a su vez depende de la industria de madera, que a su vez depende de la gasolina y esa industria depende de las venta de carros, y así sucesivamente.
Ayudar es rentable, pero como los beneficios del egoísmo son de corto plazo, es difícil verlo; sin duda hacer doble fila permite “ganar” tres minutos de tráfico, pero demora a otro que ha cumplido y respetado la norma, que quizá llegue 3 minutos tarde a otro sitio, y si es un médico, por ejemplo, el impacto es muy grande.
Parece que somos así porque en una sociedad de oportunidades limitadas, la mejor opción es tomarlas sin respetar reglas. Debemos dejar de ser “vivos”, o seguiremos viviendo como “bobos”.
Colombianada. El vivo vive del bobo, pero los bobos se están agotando.
@consumiendo