Es muy probable que no se requiera comprar la tierra de Fedegán para realizar la Reforma Agraria en Colombia, máxime cuando la ministra de Agricultura, Cecilia López, con sobrada razón ha dicho que la verificación de predios y el acuerdo de precios son “complejos y extensos”.
Se calcula que el país tiene 5 millones de hectáreas de tierra fecunda y productiva para entregar a los campesinos desposeídos que quieren convertirse en productores de alimentos y productos agrícolas para exportar, doblegar el dólar y crear empleo, y riqueza. Esas extensiones hacen parte de los baldíos, que también tienen su tinte complejo de recuperación, pero saldrían más baratos que los que se proyecta comprar a los ganaderos.
Según estudios de varias universidades y entidades nacionales e internacionales, nuestro país tiene 114 millones de hectáreas, 48 de ellos aprovechables para cultivar alimentos, para reservas naturales, para bosques y para la protección del medio ambiente.
Los expertos consideran que existen 5 millones de hectáreas de baldíos -tierra fértil y productiva- para dedicarlos a la reforma agraria, sin necesidad de sacar los 30 billones que se calcula valen las tierras que ofrecen los ganaderos. Estas pueden ser adquiridas posteriormente.
Estos baldíos invadidos y ocupados ilegalmente y a la fuerza, son de propiedad del Estado.
Se desconoce en poder de quienes están. El 75% de los dudosos documentos que exhiben quienes los ocupan y usufructúan, son falsos, pero los usan y disfrutas. Muchos hasta son negociados o arrendados.
Ahí está la llave que busca el gobierno y su ministra de Agricultura para repartir granjas fértiles y ubérrimas a los campesinos sin parcelas. Los baldíos pueden abrir la “trancada” puerta que por centurias han impedido justicia en el reparto de la tierra.
Habrá necesidad de crear un ejército de funcionarios especializados en recuperar bienes usurpados, y en impedir que millares de abogados actúen para burlar la ley. Habrá que realizar una divulgación precisa y exacta de la acción que el gobierno y la sociedad están ejerciendo para lograr que se pueda adelantar una reforma agraria que siempre ha sido vilipendiada, difamada y desdeñada.
El tiempo apremia, cada día urge la necesidad de que Colombia dote a los campesinos de granjas propias, para que seamos una nación productora de alimentos, derrote la hambruna nacional, restablezca el empleo y exporte.
Millares de compatriotas y refugiados, no alcanzan a ingerir las tres comidas diarias, mientras medidas, como la que se persigue con reparto adecuado de parcelas, podemos eliminar la hambruna, derrotar la inflación y crear riqueza.
BLANCO: Los pensionados celebran la eliminación del zarpazo que se pretendía aplicar a sus mesadas con la reforma tributaria. Falta aún la devolución del 8% que les elevaron a los servicios de salud y que los ajustes anuales por costo de vida sean iguales al de los demás colombianos.
NEGRO: Colombia se quedó sin carne y sin cuero. Esa es la pésima política de exportación de ganado en pie que practican los pecuarios.