En medio de un mundo convulsionado por conflictos bélicos, pulsos geopolíticos, tensiones sociales y una gran cantidad de hechos de distinta índole, hay noticias que no tienen mayor eco, pese a que sus implicaciones no son menores.
Por ejemplo, días atrás una agencia de la ONU advirtió que la gripe aviar ha causado la muerte de más de 300 millones de aves a nivel global, evidenciando que el virus “está traspasando cada vez más las barreras entre especies”.
No es una advertencia menor ni mucho menos desestimable. Por el contrario, en el último informe de actualización sobre la mutación del virus conocido como H5N1, la doctora Madhur Dhingra, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), afirmó que es claro que “se ha extendido a la fauna silvestre”.
Más preocupante aún es que no menos de 500 especies de aves han sido infectadas, junto con al menos 70 especies de mamíferos, entre ellos el amenazado cóndor de California y los osos polares.
Precisamente, por ello es que la FAO insistió en que en las regiones que dependen en gran medida de las aves de corral como principal fuente de proteínas, la gripe aviar representa una grave amenaza para la seguridad alimentaria y nutricional.
Además de lo anterior, Dhingra alertó que cientos de millones de personas han visto afectados sus medios de subsistencia por el virus, una carga económica para los agricultores que podría impedirles invertir en medidas adecuadas de bioseguridad.
Ante semejante campanazo las autoridades sanitarias globales y continentales, con la Organización Mundial de la Salud (OMS) a la cabeza, ya están empezando a tomar medidas al respecto. Si bien el riesgo de una pandemia que afecte al ser humano es bajo, por ahora, no hay que desconocer que en 2024 se han infectado 76 personas con la cepa H5 de la gripe aviar, y la mayoría eran trabajadores agrícolas.