CARLINA TOLEDO PATTERSON | El Nuevo Siglo
Viernes, 7 de Octubre de 2011

Inyección de vida

Ahora resulta ser que Islandia no sólo es el mejor lugar para irse de rumba, según lo han determinado quienes más saben de esos menesteres, sino que además es el país donde las mujeres tienen las mayores garantías en términos de trabajo, educación, salud, esperanza de vida y participación política. Mejor dicho, al parecer lo tienen todo ya ganado.
En el espectro opuesto se encuentra Chad, un país africano en el cual el 78% de las mujeres no saben leer, el promedio de edad para casarse es de 18 años, tienen 6 hijos, y las pobres víctimas del sistema sólo viven hasta los 40 años. Francamente, ni lo uno ni lo otro.
El estado actual en el que viven las mujeres islandesas pareciera ser el ideal y deben ellas sentirse satisfechas por ser valoradas, respetadas y que se haya aceptado su verdadera dimensión como forjadoras de futuros. Por otra parte, al leer las cifras de los países de la parte inferior de la lista, sí tenemos que admitir que es mucho lo avanzado en Colombia y que estar por ahí en la mitad del sándwich tiene sus aspectos positivos.
Claro, me saca de casillas saber que todavía existen hombres que se creen con el derecho de agredir verbal o físicamente a sus mujeres. Que hay cavernarios que quieren legislar sobre nuestros cuerpos prohibiéndonos tomar decisiones que a la larga sólo nos afectan a nosotras. Me revuelve el estómago pensar que existe una ley de cuotas para que se nos “garantice” la participación en política, cuando eso es algo que nos vamos a ganar a pulso, y me parece inconcebible que aun estando comprobado que en el plano laboral trabajamos, rendimos y aportamos más que los hombres, nuestros salarios todavía no lo reflejen.
Sin embargo, lejos estoy de querer vivir en Islandia donde presuntamente todas lo tienen todo. Qué pereza esa platitude, esa sensación de vacío y banalidad que debe dar a las mujeres al levantarse todas las mañanas y saber que no hay un reto que afrontar, una gran misión que cumplir.
Ese puesto noventa entre 132 que ocupa Colombia no me satisface porque significa que hay muchas de mis congéneres sufriendo y como sociedad justa que debemos ser, eso tiene que mejorar y pronto. Lo que sí me gusta de ese puesto es que me levanto todos los días con la adrenalina que me produce saber que hay una lucha que emprender, y eso es lo que a las mujeres nos mantiene llenas de vida.