Carlos Alfonso Velásquez | El Nuevo Siglo
Domingo, 8 de Mayo de 2016
La ONU ante las drogas
 
En la sesión especial sobre drogas, celebrada recientemente en la ONU, algunos esperaban un cambio radical en el plan de acción de la organización. Es que hay cansancio ante una guerra que se muestra interminable, que consume recursos y exacerba múltiples violencias. Y ante la dificultad de la política anti-drogas, algunos proclaman el fracaso de la “guerra contra la droga”, arguyendo que el eslogan “‘Un Mundo sin Drogas no es realista”. Es cierto que en el documento final se plantea un objetivo más modesto: “una sociedad exenta de todo abuso de drogas”, más que “sin drogas”. Sin embargo, esto no convence a los que esperaban un cambio más radical.
 
Pero si “un mundo sin drogas no es realista”, tampoco parecen otros objetivos de la ONU. ¿Es realista la definición de salud de la OMS entendida como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”? Y, sin embargo, no nos cansamos de luchar para erradicar las enfermedades. Si la persistencia de un problema es señal de que resulta poco realista luchar contra él, el realismo obligaría a abandonar otras batallas de la ONU. ¿Es realista un mundo sin prostitución? ¿O un mundo sin pobreza? 
 
En la lucha contra las drogas se dice que el enfoque represivo no funciona, por lo cual es mejor legalizar el consumo. Algunos lo propugnan solo para la marihuana, pero si el criterio es la imposibilidad de atajar la difusión de una droga, lo mismo podría aplicarse al éxtasis, cada vez más utilizado. En cambio, en otras batallas, la vía punitiva se refuerza. Por esto, en algunos países -el último, Francia- la lucha contra la prostitución ha llevado a penalizar al cliente. En este caso parece que la amenaza de sanción va a ser una ayuda para, al menos, limitar el fenómeno. Aún es temprano para evaluar esta política, pero lo que sí está claro es que países, como Alemania, que han legalizado el “sexo pago” han experimentado una extensión tanto del “negocio” como de la trata de personas para ese fin.
 
Pero quizás por estar discutiendo sobre “el fracaso de la guerra” se ha soslayado el centro de gravedad del problema: en el narcotráfico los únicos actores que tienen la capacidad de influir tanto en la producción como en el consumo, son los mafiosos que al mismo tiempo “invierten en la producción”, “comercializan” el producto y, gracias a sus sobornados, lavan y reinvierten el dinero.
 
Así las cosas, la ONU avanzaría positivamente promoviendo un código internacional que tipifique delitos tanto para las mafias como para sus cómplices, luego de lo cual los países que lo aprobaran enviarían a dicho organismo policías y fiscales expertos para conformar un Organismo Internacional antimafia con competencia para operar en cualquiera de los países que acogieran dicho código.