CÉSAR V. PEÑA | El Nuevo Siglo
Domingo, 23 de Diciembre de 2012

Ministerio de Jesús

 

En aquel tiempo fue Jesús a Nazaret, donde se había criado; entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desarrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor”. Y, enrollando el libro, lo devolvió al que lo ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: “¿No es éste el hijo de José?” Y les dijo: “Sin duda me recitaréis aquel refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’; haz también aquí, en tu tierra, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaum”. Y añadió: “Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio”. Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

En esta ocasión el evangelista Lucas nos presenta el inicio del ministerio o misión de Jesús, en el cual la Palabra y el Espíritu Santo van a ser la base fundamental de su misión. El evangelista, además nos muestra cómo el ministerio público de Jesús va a ser rechazado por el pueblo israelita; pero Jesús deja claro que si ellos lo rechazan los pueblos paganos lo recibirán, para esto se va a valer de la experiencia de Elías y Eliseo.

A veces las personas creen que solo basta descubrir el don y luego el Espíritu Santo hace el resto o también, que no importa el Espíritu Santo mientras tenga bastante conocimiento; pero eso no funciona así. Imagínense que alguien tiene un billete o moneda impreso solo por un lado ¿crees que podría comprar algo con eso? Lo mismo pasa con nuestro servicio, si no tenemos Espíritu Santo y Palabra no nos va a servir; pero recordemos una cosa: “Cuando quiero ser líder o formador, no solo basta abrir la Biblia y ya, sino mas bien hacer un estudio serio de ella”.

Si podemos conjugar estas dos bases en nuestro ministerio creo que mucha gente no va a aceptar ese anuncio (lo mismo le pasó a Jesús), pero no te desanimes porque al igual que en el caso de Jesús hay mucha gente que quizá no es del “pueblo escogido” (comunidad, parroquia, servidores, etc.) que va a estar dispuesta a escuchar el mensaje verdadero y serio de Dios. No te acomodes cuando la sociedad se admira de tu misión (v22), porque tarde o temprano dirás un mensaje de Dios que va a incomodar ciertas maneras de pensar y es ahí que buscarán acabar contigo (v28).

Cada día debemos pedirle a Dios seguir el ejemplo de Jesús en nuestro ministerio, sin buscar agradarle a todo mundo; sino más bien siempre ser del completo agrado de Dios.

*Director EEMD