El día que los colombianos comprendamos que la corrupción es una causa ligada con la pobreza, las inequidades sociales, la desnutrición de los niños, la falta de educación y la mismísima guerra, ese día dejaremos de rendirle pleitesía a los políticos y gamonales tradicionales, responsables en gran parte de la existencia y reproducción del sistema corrupto en el que vivimos.
Para 2018, Transparencia Internacional en el índice anual de percepción de la corrupción en el mundo, calificó a Colombia como el peor año de su historia en materia de corrupción. Caímos tres puestos del 96 al 99 entre 180 países examinados. En Latinoamérica ocupamos el segundo penoso puesto seguidos de Venezuela. Y para la medición de la OCDE ocupamos el penúltimo lugar entre 36 naciones de ese prestigioso club de países desarrollados. Gran oso.
No solo da vergüenza sino también asco. Al año se pierden $50 billones que podría beneficiar a los colombianos más vulnerables, pero también a todos aquellos que pagan y pagan impuestos, y no ven el reflejo de los mismos en el mejoramiento de su calidad de vida y bien-estar.
Y no nos digamos mentiras, en esta batalla, los corruptos van ganando. Al año se pierden $50 billones que terminan en los bolsillos de los corruptos para comprarse apartamentos, carros, viajes, pero sobre todo para tener cash para financiar la siguiente campaña política. Sin elecciones y gente en los cargos clave, la corrupción no se puede reproducir. Así que roban y lo reinvierten en el mismo sistema que les garantice el estándar de vida que tienen gracias a nuestros impuestos. Ganar las elecciones es importantísimo porque con ellas vienen los cargos que manejan el presupuesto y las nóminas de las entidades públicas. Lo que llaman, la maquinaria, que es ese mecanismo de contratistas públicos (y privados?) que reacciona a favor de los gamonales para cuidar el puesto y evitar quedarse en la calle (como muchos colombianos) con una mano adelante y otra atrás.
Así las cosas, mientras los corruptos sigan ganando elecciones los seguiremos viendo tranquilos y confiados dando opiniones en radio y televisión pontificando sobre la ética y la política y por detrás en la oscuridad maquinando las “movidas” políticas que los sostengan en sus puestos de poder. Los chanchulleros se cuidan entre sí y saben que no nos pueden dejar ni libres, ni independientes.