¿Hacia dónde vamos? se pregunta la gente ante la destitución repentina del poder judicial que pretenden los que hoy detentan el poder en Colombia. Un golpe, esta vez no blando como lo calificó en su momento el presidente Petro, muestra sus orejas.
Las normas internacionales de los poderes públicos, que ordenan las democracias, están fincadas en ejercer un Estado justo y equitativo que se vigile a sí mismo, ejerza su rol controlador y sea garante de la vida pública y el Estado de Derecho.
El actual gobierno parece reabrir - ¿y fomentar? - como antes, las “chuzadas” para fortalecer su poder e imponer arbitrariamente su voluntad, como era regla general de esos dictadores que decían haber ganado las elecciones.
Ejecutivo, legislativo y judicial, parecen recorrer los caminos que pueden llevarlos hacia esos bárbaros estados que eran instituidos para romper el orden constitucional y democrático.
El poder judicial, al igual que la oposición, el periodismo y otros núcleos de nuestra población, pueden ser conducidos hacia la destitución repentina y sustitución por la fuerza.
El gobierno parece desconocer las chuzadas de que son objeto los miembros de las Cortes y demás órganos del poder judicial. El presidente y toda su cauda de antiguos y actuales compañeros, cofrades y camaradas fabrican acusaciones, mancillan, enlodan, acusan y deshonran a quienes quiere someter o destruir.
El magistrado Jorge Enrique Ibáñez, con valentía enfrentó ese ejército que conforma el espionaje que hoy llaman “inteligencia” y que depende de la Casa de Nariño, para actuar contra quien haya para deshonrar, más eludir y esconder fallas y acciones de la directora del Dapre y su parentela. Es hora de que la señora fiscal actúe y desenmascare el golpe que se pretende.
Así van las cosas en la “chuzada” Colombia, que marcha por los mismos caminos del chavismo y madurismo venezolanos, destinando intempestiva y repentinamente billones de pesos del presupuesto, para crear grupos defensores del régimen. La guerrilla supera todos los cálculos, la droga crece como espuma, las masacres y el secuestro de niños es pan de cada día, carros y motosbomba crecen como en la época de Escobar. Los antiguos M19 y demás cofrades ejercen sin piedad y sin contención la corrupción. Se apoderan de todo y acusan de complicidad, a conocidos personajes que quedan con el pecado y sin el género.
Difícil entender a Petro cuando ordena eliminar o disminuir las exportaciones de crudo y carbón, para remplazarlas por un turismo, que llene de visitantes el país de la belleza. Lamenté como nunca, ver la proliferación de malas noticias retratando nuestra realidad y avergonzándonos. Así no se atrae turismo, aunque Petro considere que el mundo persigue países en guerra, con desplazamiento forzado, economías agonizando, pobreza creciente y democracia amenazada.
Petro no puede aglutinar los tres poderes, de una Colombia que anhela y lucha por una plena libertad, sin persecutorias “chuzadas” y disfrutando de cabal democracia.
BLANCO: La politiquería tiene perdido a Petro: ahora quiere convertir al hacker Assange en héroe del periodismo. Hasta ahí llega su odio a la prensa.
NEGRO: El alcalde Galán debe tener un Mockus que eduque a los bogotanos en el gasto de agua. Los racionamientos no educan.