Inicié mis columnas este año dedicándolas a realidades o personajes de cimera altura, comenzando con la gran canciller alemana Ángela Merkel, y el destacado ministro de Defensa Carlos Holmes Trujillo, lamentablemente arrastrado por el imparable covid-19. Hoy, ante la culminación de su vida terrestre del prestante industrial Carlos Ardila Lulle, siento el deber de destacar su admirable ejemplo, en medio de una Colombia que necesita modelos de bien en medio de tantos difusores de ideas nocivas y empeños de destrucción y muerte.
Hemos reflexionado en insuperables alturas como Él mismo Dios, Jesucristo, y su excelsa Madre, pero, como demostración de que entre los humanos sí se puede ascender a cimas de bien, hemos hecho reflexiones sobre quienes han sido creados a imagen y semejanza del Creador, algunos humanos.
Me ha complacido que sobre el Dr. Ardila Lulle, extraordinario ciudadano, se haya ocupado toda la prensa del país, desde sus Directores hasta excelentes columnistas como Juan Lozano y Juan Gossaín, señalando detalles ejemplares como ser gran caballero, ciudadano ejemplar, con gran amor patrio, calidez humana, tenacidad y alegría. Qué importante encontrar en alguien que escaló gran “altura en lo económico y social, cualidades que lo llevaron a ser muy humano y cercano con sus mismos obreros, a quienes oía con especial sencillez, que conduce a la sabiduría y al mismo éxito de las empresas. Destacable su inspiración en el Evangelio, que nunca ocultó, y fuera el estímulo a la honesta creación de empresas y apoyo decidido a obras en beneficio de todo ciudadano, en especial de los más necesitados.
Me ha complacido, también, que se haya exaltado a este ilustre ciudadano, que tenía profundo sentido religioso, y un claro pensamiento de derecha, dentro de gran apertura con que lo aplicaba, y no se le haya dado la espalda, como es la costumbre hacer con los que así se orientan, condenándolos a críticas implacables o displicente silencio. Qué bien que a él sí se haya dado merecido reconocimiento. Es que, me perdonan que lo ponga de manifiesto para saludable corrección, hemos tenido en el mundo, y en Colombia, la gran injusticia y parcialidad que a personajes y pensadores de izquierda, se les exalta lo bueno que hayan hecho, y esto está bien, pero se callan sus errores por graves que hayan sido (Santander, Azaña, Fidel, Allende, Mosquera, José Hilario López, Carlos Lleras), en cambio a los de pensamiento contrario se le desconoce lo bueno que han realizado, por destacado que haya sido, y, en cambio, se acrecen las fallas (Bolívar, Núñez, Reyes, Franco, Laureano, Pastranas, Uribe, Vélez).
Base de la sociedad es la familia, y en ello el Dr. Ardila tuvo su humana lucha. Fue su esposa Doña María Eugenia Gaviria, hermana de dos excelentes sacerdotes, Antonio, fiel seguidor de S. Francisco de Asís, y Luis, del Clero de Medellín, gran impulsor de la Pastoral Juvenil. Tuvo, por pocos años crisis matrimonial, pero la superó, y, luego, en mucho amor y ejemplar armonía, culminaron sus días. Paz a su tumba, continuidad a su gran obra y claro ejemplo, empeño por vidas y labores siguiendo sus pasos hacia crear una Colombia próspera y feliz.
*Obispo Emérito de Garzón
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