“Una imagen vale más que mil palabras”, es diciente expresión. Credos religiosos, y empresas, buscan signo que con solo verlo lleve a pensar en ellos. En el cristianismo la cruz es universal memoria de quien selló su misión en ella, pero a ese Mártir del Calvario traspasaron el corazón, y derramó, por amor a la humanidad, hasta la última gota de su sangre. Con el correr de los siglos, vino el Corazón a ser símbolo de su infinito amor.
Desde antes de Cristo, los griegos señalaban como centro de lo racional el cerebro y, como centro de lo emocional el corazón. De allí que, universalmente, esa cumbre emocional que es el amor venga a ser representada en el corazón. Los profanos, han tomado la memoria de joven mártir cristiano, S. Valentín, del Siglo III, quien murió por defender en los soldados el “derecho a amar”, con festividad el 14-02, y ha sido acogido como día “de los enamorados”, también, que la expresión del amor esté representada, en un corazón. Nada extraño, entonces, que cuanto rodea al Corazón de Jesús, y su devoción se abriera paso en todo el globo terráqueo.
En varios textos de la Biblia, hay expresiones que hacen pensar en el amor a Dios, y de su Hijo humanado, que reclaman un signo que hable a toda la humanidad de él, y es el Corazón del divino Crucificado. La misma definición de Dios, dada por el Evangelista S. Juan (4,7), que “es amor”, y es el mismo el que habla del inmenso amor divino hacia la humanidad, al enviar a su Hijo a redimir al mundo (3,16), y de este Redentor que se queda entre nosotros, al instituir la Sagrada Eucaristía (13,1). Además, señal y distintivo del cristiano es el amor (17,34-35), siendo ese su testimonio “para que el mundo crea” (17,21-23).
Ante esos textos sagrados, nada de raro que buen número de santos, testigos de la fe, hayan sido devotos del Corazón de Jesucristo, como S. Alberto Magno, S. Buenaventura, Sto. Tomás, S, Francisco de Sales, S. Juan Eudes. Pero fue el 27-12-1673, cuando el mismo Jesucristo se apareció a la monja Margarita María, en Paray le Monial. Le muestra su Corazón traspasado por la lanza del soldado, “que tanto ha amado a los hombres y de los cuales es tan mal correspondido”, con reclamo de correspondencia y ofrecimiento de gracias especiales a sus devotos. Es el Papa Clemente XIII (1758-1769), quien consagró día de celebración litúrgica y difundió esa gran devoción (1765).
Viene, en pos de 12 especiales promesas del Sagrado Corazón en las apariciones a Santa Margarita María 27-12-1673, la amplísima devoción en el pueblo católico a esta tan cimérica figura, a la que dieron impulso las disposiciones de Clemente XIII. Después vino la Encíclica “Annum Scracum” (25-05-1899), con la que el Papa León XIII le consagró el género humano y difundió letanías en su honor. A su vez Pio XI el 13-05-1920, canonizó a Santa Margarita María, con reconocimiento de sus virtudes y aceptación de la Iglesia de la verdad de las revelaciones del Corazón Sacratísimo. Siguen los Papas, a partir de Pio XI, hasta Francisco, con encíclicas, y otros documentos magisteriales sobre este impactante tema que reclama nueva reflexión. (Continuará).
*Obispo Emérito de Garzón
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