Hicimos una primera “Cimérica Reflexión”, sobre el Sagrado Corazón, y su bien fundamentada devoción. Hablamos del corazón humano como símbolo del amor, y el de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, como imagen del amor divino. Resaltamos en expresiones múltiples de la Biblia que fueron en él vivenciadas, mencionamos algunos de sus grandes devotos y las apariciones a Santa Margarita María (27-12-1673), acogidas por la Iglesia Católica con encíclicas y festividades en su honor. Ya hemos hablado, también, del porqué de los símbolos en el argot humano y el tan difundido reconocimiento en el Corazón de Jesús como símbolo de amor divino.
Hemos recordado de las apariciones y mensajes del Corazón de Jesús y el avance mundial de esta devoción reconocida auténtica por los Papas. Avancemos, ahora, en ampliación de este tan importante tema sobre esa supercimérica figura. A partir de los ya mencionados Clemente XIII, León XIII y algo de Pio XI, hay, fundamentales documentos en apoyo de esta piadosa devoción. Rica en contenidos la encíclica “Miserentissimus Retemptor”, de este último Papa (08-05-1928), con profundización sobre las grandes bases de esta devoción, y con enriquecimiento de indulgencias en torno a ella.
Acercándonos a pronunciamientos en relación con el fundamento y beneficios de esta bendecida devoción, es de destacar la inspirada encíclica “Haurietis Aquas”, del gran Pio XII (15-05-1956), que es un profundo tratado sobre tan importante tema espiritual, y, además, ocasión de estable celebración universal. También, S. Paulo VI y S. Juan Pablo II en 1979 y el 2002, y, el Papa Francisco, en varias ocasiones, han hecho bellos pronunciamientos como decir el segundo, que: “el Corazón de Jesús es obra maestra del Espíritu Santo”.
Completando este gran tema, es preciso acercarnos, sintéticamente, al rico mensaje del Sagrado Corazón a Santa Margarita, en sus apariciones que se inician el 17-12-1763. Importante la propia descripción de lo visto por la Santa: “El Corazón estaba rodeado de llamas, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre, y del interior emergía una cruz”. Bien identificado, que, así, el Corazón del divino Crucificado. Confortante las promesas: de gracias de estado; consuelo en aflicciones; refugio y protección a hogares con su imagen; perseverancia final.
En Colombia, junto a la invocación y gratitud a la Virgen del Rosario de Chiquinquirá está la súplica confiada al Sagrado Corazón, que hizo se erigiera en su honor, la basílica del “Voto Nacional”, ante el cual, aun en medio de actitudes caprichosas y criminales, nos da la mano para salir adelante.
Qué ubicación tan cimérica la de este Corazón Sagrado, que espera acato y correspondencia, con amor y confianza a sus llamados, que van ante todo en el cumplimiento de los Mandamiento (Jn.14,15), con atención a su voz expresada en la I Jn. 2,4: “Quien dice que lo conoce y lo ama, y no guarda sus Mandamientos, es un mentiroso”: Todo lo expresado no es solo para destacar la cimera grandeza del Corazón de Jesús sino que ha de despertar grande devoción a él, y repetir en las diversas circunstancia de la vida “Sagrado Corazón, en vos confío”.
*Obispo Emérito de Garzón