Colombia, al borde del naufragio | El Nuevo Siglo
Lunes, 3 de Febrero de 2025

Colombia semeja hoy un barco a la deriva en medio de la tormenta, sin un timonel experto que la conduzca a buen puerto y que desestima todas las alertas del eventual naufragio.  Es así como en nombre de la paz total se inmovilizaron nuestras tropas en las zonas más candentes de la violencia, lo que les permitió a estos rearmarse y extender sus tentáculos criminales por extensas zonas del país. Fuera de eso, como lo hemos comentado varias veces, se rompió con Israel, país que prestaba asesoría de inteligencia y colaboración militar. Así como el gobierno se distanció de los Estados Unidos, el principal aliado en la lucha contra el terrorismo.

Lo mismo que por falta de mantenimiento y desviados los fondos oficiales varios aviones y helicópteros dejaron de funcionar. Sin apoyo aéreo y prohibida en varias zonas la acción castrense, siendo abandonados los policías a su suerte, hemos visto que elementos civiles en varias regiones de violencia desarmaron a policías y soldados, dando un espectáculo grotesco para la sociedad.

Los resultados de esos dictados oficiales han sido perniciosos y negativos, como lo reconocen los expertos y casi todos los que tratan esos temas. Se agravan, entonces, los ataques al Banco Agrario, los atentados contra los civiles y el terrorismo en las carreteras, que perjudican en materia grave a los habitantes de esas zonas rurales desamparadas por el Estado. Hasta caer en el incendio y las masacres en el Catatumbo, que todos lamentamos y que no sorprendieron a casi nadie.

Hoy tenemos que el 70% del territorio nacional desde lo estratégico está en las garras de los violentos y delincuentes de diverso signo. En consecuencia, ningún otro país de la región se encuentra en materia de orden público tan mal como Colombia.

En momentos en los cuales el país es víctima de la violencia y el terrorismo, el gobierno lanza dardos contra el segundo gobierno de Donald Trump en los Estados Unidos, que es el más interesado en pacificar nuestra región y defender la democracia, cuando de lo que se trataba es de manejar con cautela la relación con esa potencia amiga. La serie de trinos presidenciales de mal gusto empeoran, día a día, la relación bilateral. Y lo que es peor, en estos momentos no tenemos una política exterior que nos permita ganar amigos en los sectores democráticos externos. Sin que en el Congreso de la República avancen, como debieran, los debates fundamentales en defensa de la democracia y la libertad que reclaman los colombianos.

Lo peor es que, como señalan algunos juristas, en derecho constitucional el que maneja las relaciones internacionales es el gobernante de turno, que lo hace según su caprichoso estado de ánimo y personal conveniencia, quien, en vez de nombrar un diplomático que contribuyese a mejorar las relaciones internacionales prefiere designar a una dama de su íntima confianza, que seguirá sus instrucciones contradictorias, lo que puede empeorar las cosas.

Nadie debe llamarse a engaño. Es preciso recordar a la opinión pública que, en las pasadas elecciones municipales, en las grandes ciudades donde es más difícil comprar los votos, el pueblo se volcó a elegir alcaldes contrarios a la política oficial y partidarios de la democracia y la libertad. Ese fue un verdadero plebiscito en contra del gobierno. Y esa expresión de la voluntad popular municipal se da gracias a que el estadista Álvaro Gómez consiguió que el Congreso, en memorable debate, se aprobara la elección popular de alcaldes. Si no fuera por esa feliz iniciativa política, en estos momentos todos los gobernadores y alcaldes del país habrían sido nombrados por el jefe de Estado. Ese plebiscito le da la razón al secretario de Estado de los Estados Unidos Marco Rubio, cuando afirma que Gustavo Petro ha perdido el apoyo popular.

Y no solamente el estadista Álvaro Gómez nos legó ese salvavidas a los colombianos de la elección popular de alcaldes, sino que planteó la necesidad de volcar las energías nacionales al desarrollo. Lo mismo que la necesidad inaplazable de combatir el Régimen.

La tesis del desarrollismo debe ser rescatada por los aspirantes a la presidencia de las diversas tendencias democráticas, para sacar de la horrible crisis y atraso al país. Tesis que pasa por el inevitable compromiso de combatir el Régimen.