The Colombian justice | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Abril de 2018

Sobra aclarar que el título en inglés es totalmente irónico. Aunque podría reflejar la realidad de la justicia colombiana, si caemos en cuenta que los más recientes y grandes escándalos de corrupción y narcotráfico, por mencionar algunos, el caso Odebrecht, el de la Fifa y el caso del cantante Jeusis Pausivas Hernández Solarte Santrich a.k.a “Jesús Santrich”, en lo que tiene que ver con Colombia, han sido destapados por la justicia norteamericana y no por la colombiana, como debería ser.

Se ha hablado muy poco de esto. Se ha desviado la atención a lo superficial, el proceso de paz, los ñoños y que se trata de casos aislados, y no nos hemos detenido en el problema de fondo, gravísimo, que no es otro que no tenemos justicia. Es una vergüenza que las más altas instituciones de justicia en Colombia se hayan convertido en simples oficinas de prensa que anuncian lo que otros han descubierto, pero no lo que nosotros hemos descubierto. Así las cosas, ¿para qué seguir manteniendo un costoso y “malo” aparato de la justicia en Colombia? No es mejor, dejarnos de bobadas y cuentos sobre la soberanía y tal, y ¿entregarlla prestación de ese servicio y derecho a otros que lo hacen, ni siquiera mejor, ¡sí lo hacen!?

Seguimos siendo un Estado incipiente, débil y en formación. Que necesita la ayuda de otros, que por sí solo no lograría nada. Y vendrán más anuncios. El outsourcing de justicia seguirá trabajando ya sea desde Europa o los EE. UU nos avisarán de más delitos que se están cometiendo mientras escribo estas líneas y nuestra costosa e inoperante justicia nos avisará.  Resulta inaceptable para mí como ciudadano ver esta situación, pues se trata de la justicia, uno de los elementos del poder público, necesarios para que un Estado sea un Estado. No comprendo por qué Colombia no se adelanta y avisa al mundo sobre delitos que nos afectan a nosotros y a ellos. O el tema está muy mal comunicado o realmente así es. Una de dos.

Mientras tanto, sigamos pegados a pequeñeces parroquiales, reflejando lo que no somos, escuchando la palabra “comparecer”, y acostumbrándonos a todo esto, que no es otra cosa que el reflejo de una mediocridad y pereza, que nos impiden tomar la delantera, al menos para avisar a quienes interese sobre la gran cantidad de basura y delincuencia que producimos y que afecta al mundo.

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