En realidad cuando se habló sobre comisión de la verdad, es decir la Comisión para el esclarecimiento de la Verdad (CEV) que escucharía, analizaría y estudiaría las diferentes situaciones de violencia que se presentaron en Colombia a raíz del largo conflicto que se vivió y se sigue viviendo, nos invadió un resplandor de optimismo, al pensar que estaríamos frente a un grupo de trabajo dedicado a investigar y analizar, poniendo al descubierto situaciones vergonzantes, actos aberrantes sucedidos en esos años aciagos, con el único objetivo de lograr una reconciliación, un perdón, un reconocimiento, una imposibilidad de repetición. Es decir, un equipo que con estudio y acercamiento a los disímiles escenarios, lograra información imparcial, clara y sincera, útil para apaciguar los ánimos y mitigar el dolor de las víctimas en diversos escenarios.
En cuanto a victimarios, les potenciara la vergüenza, arrepentimiento y contrición de cara al país, con todos esos hogares enlutados a causa de su falta de consideración y respeto por los derechos humanos, integridad y vida de sus víctimas. Es decir, una Comisión de la Verdad dedicada a ser faro irremplazable en la reconciliación, dando paso a un nuevo amanecer pleno de ilusión, perdón y esperanza, único camino hacia el futuro soñado por nuestros compatriotas.
Pero no, la sorpresa fue fatal, buscar responsables y señalar organizaciones, cómplices, grupos organizados impulsando odios, venganzas e intereses personales no fue la mejor estrategia. El informe nos dejó tristemente sorprendidos: responsabilizar un sector de todo un añoso conflicto no es inteligente, pues la experiencia mundial demuestra, que si existieron excesos siempre vinieron de todos los sectores inmersos en el conflicto.
Cada participante debe cargar con parte de su responsabilidad, pero no puede ser el Estado, gran responsable, ni su fuerza pública la actora de primer orden, como si lo es en defensa de vida, honra y bienes de los residentes en el país, misión cumplida a cabalidad llegando los miembros de las fuerzas, hasta el supremo sacrificio, teniendo el país como testigo de excepción.
Pensábamos que la CEV se pronunciaría con un llamado a los sectores enfrentados demandando reconocer sus despropósitos, pero no… se limitó el presidente de la CEV a cuestionar procedimientos, olvidando ciertas operaciones salidas de control, donde pueblos enteros sufrieron largos enfrentamientos con detrimento de su paz, seguridad y economía, porque fueron muchos los asaltos a nuestros puestos de policía, donde los ciudadanos asistieron temerosos y acobardados al tormento que vivieron los representantes del orden.
No fue imparcial el informe y eso nos duele, tenemos hogares enlutados, compañeros limitados, comprometidos en una lucha que no iniciamos, mucho menos promovimos. Que grande pudo haber sido la Comisión, poniendo al descubierto la verdad que ocultó y actuando como buena componedora y generadora de paz.