No es a medias tintas ni con improvisadas propuestas populistas en busca de adhesiones como se salva un país. Es con compromisos a fondo, fruto de serio y sereno estudio, debatidos con inteligencia y amor a la patria, como se deben proponer los programas presidenciales en ponderadas elecciones. Es esto lo que necesitamos en Colombia en este mes y en junio.
Qué irresponsabilidad tratar de ilusionar a las gentes de una nación con ofrecimientos no bien estudiados, o que minen la misma estabilidad de la economía, del orden social o del indeclinable respeto a los derechos de la persona y de la familia. Qué peligro cuando por congraciarse con pregones de moda que alejan del Ser Supremo y de sus leyes, se abre paso a “mesías” del materialismo o prácticas contrarias a la vida o a la familia correctamente organizada dentro de la ley natural, básica para la convivencia humana.
Da pesar observar cómo por cálculos meramente electorales, sin pensar en consecuencias realmente favorables a la economía, a lo climático o de ambiente, de pacifico, constructivo y solidario vivir humano. Qué triste de verdad, dar palos de ciego señalándolos con elogios atractivos ante una juventud, en cuya educación no se han cultivado valores sustanciales, y, por ello, sin la solidez que se requiere, van llevándola hasta vandálicos hechos irresponsablemente justificados.
Comisiones de verdaderos expertos en los distintos aspectos que reclamen una seria y ojalá plena planeación nacional, poco se sienten. Las presentaciones de cara a cara del pensar entre candidatos en lugar de respuestas maduras a temas de fondo, y que la opinión nacional espera decidir en forma clara y seria se van dando respuestas de gran vacío, ligereza y superficialidad.
Hay temas que vienen reclamando reformas a fondo, y se ha vertido mucha tinta al respecto sin llegar a respuestas serias en sólidos aspectos que piden que candidatos, o serias coaliciones, están llamados a dar la cara y asegurarle al País definida respuesta en caso de elección. Pero no aparece, esto claramente en las campañas. Es preciso que el elector sepa por qué está votando y que se le cumpla realmente de parte del elegido.
Rechazo total a programas de violencia, proscripción de toda corrupción de métodos electorales y gubernamentales, fiel cumpliendo de limpios y claros propósitos, es lo que espera el País anhelo de llegar a la armonía entre gobernantes y gobernados, empeñados en el bien. Hay qué ofrecer con oposición razonable a lo criticable, pero no total enceguecida oposición.
Al Sagrado Corazón de Jesús en su mes, a María Santísima Reina de Colombia pedimos que seamos muchos los que este 19 de junio demos con alegría interna nuestro voto con serenidad, inteligencia y amor como resultado satisfactorio y veamos despejado un feliz horizonte para avanzar nuestra amada Colombia.
*Obispo Emérito de Garzón
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