La senadora Claudia López ha experimentado un rápido ascenso en la política colombiana, su estrategia para escalar ha sido el escándalo, el insulto y la patanería. Su arribismo la lleva a hacer una política donde la única forma de crecer es pisoteando a otros, dañando, gritando. No se destaca por algún mérito o cualidad, sino por señalar que todos los demás son malos, corruptos, delincuentes e incapaces. Y ha sido hábil, su grosería y chabacanería son un espectáculo de mal gusto, rentable políticamente, la galería le aplaude su espectáculo de feria.
Critica a Santos y a Vargas pero fue promotora de su reelección, critica a las Farc pero ha sido protagonista de todas las concesiones a la guerrilla en el Congreso, critica al Gobierno y su mermelada pero tenía de cuota el Ministerio de Justicia, señala y ataca sin piedad, pero cuando es cuestionada se escuda en ser “víctima” del machismo, el clasismo o la homofobia. Esa es Claudia López, de izquierda, de derecha, de centro, donde le convenga según sea lo políticamente correcto. No se guía por principios o convicciones, se guía por titulares, por rating, por figuración. En ella no aplica el principio aristotélico de la No Contradicción, ella es y no es al mismo tiempo.
Ha tratado de adueñarse de la bandera “anticorrupción”, a pesar de haber sido condenada fiscalmente por irregularidades (auto N° 82 de octubre 25 de 2005), cuando era funcionaria del Distrito. La lucha contra la corrupción, ese lugar común tan manoseado por muchos, pero aplicado por pocos, nuevamente está siendo manoseado por la Senadora. En una campaña populista y demagógica, anda recogiendo firmas prometiéndole a los ciudadanos acabar con la corrupción en Colombia, pero en realidad los utiliza, apela al sentimiento de los ciudadanos contra la corrupción para beneficiar su aspiración personal.
Políticamente es rentable, pero éticamente es reprochable jugar con la ilusión de un pueblo. Siendo Senadora podría adelantar las reformas legislativas a que haya lugar, no lo hace alegando que no van a prosperar, pero oculta que su consulta también tendría que ser aprobada por el Senado. Propone reducir el salario de los congresistas, pero olvida mencionar que el Centro Democrático presentó el Acto Legislativo 05 de 2016 por medio del cual se buscaba limitar el salario de los Congresistas.
Igualmente propone endurecer las penas contra los condenados por corrupción, eliminando los beneficios a los que pueden acceder por colaborar con la justicia. El Gobierno anunció una medida en ese mismo sentido, pero además, acabar con el Principio de Oportunidad anula el incentivo que tienen los corruptos para colaborar con la justicia y delatar a sus cómplices, también sirve para descongestionar la justicia. Es populista pero contraproducente en la lucha contra la corrupción.
Estás son solo algunas de las muestras de que la consulta anticorrupción lo único que pretende es capitalizar políticamente una causa noble, por medio de triquiñuelas y engaños abusando de la esperanza del pueblo colombiano de acabar con la corrupción en el país.