Conversación con mi amigo Sindre | El Nuevo Siglo
Miércoles, 19 de Agosto de 2020

¿Cuál fue el secreto de Medellín? me preguntó mi compañero de maestría noruego Sindre, en el 2019, en una conversación larga que tuvimos sobre mi ciudad, en la que le contaba cómo pasó de ser epicentro del narcotráfico y la violencia a ejemplo a nivel mundial. El tema inició porque recientemente habíamos llegado de la conferencia anual de la OCDE y estábamos sorprendidos porque en cada panel se hablaba de Medellín.

Le respondí a Sindre que no era experto en ciudades, pero le podía hablar como ciudadano. El éxito, le dije, estaba en la unión de sus instituciones políticas, cívicas, académicas y empresariales que desde hace varios años los unía un propósito superior: convertir a Medellín en ejemplo de política pública, manejo fiscal, superación de la pobreza, e innovación.

Incluso le expliqué que existía un comité universidad, empresa, estado, donde se reunían regularmente a hablar temas de ciudad y servían como guía para el desarrollo. Él tomó nota de lo que hablamos, y algunas semanas después, usó a Medellín de ejemplo, para hablar de la importancia de los consensos en alguna de las materias que veíamos juntos.

La semana pasada, los ciudadanos de Medellín nos sentimos vulnerables, vimos como ese castillo que nos hacía sentir orgullosos se derrumbaba. El dañino populismo, encarnado en un personaje al que por la pandemia le otorgamos mucho poder, acabó en dos días esa columna que nos llevaba al progreso. Nos han hecho recordar con tristeza y preocupación la frase de Lord Acton “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. En solo dos días, Quintero Calle dio duros golpes a dos entidades que son símbolo y causantes del éxito de Medellín: EPM y Ruta N.

En la primera, decidió pasar por encima de la junta directiva, ignorando cualquier práctica de gobierno corporativa, para emprender una dura batalla jurídica y personal, que como lo vaticinan los expertos, traerá enormes problemas, el primero llegó muy rápido con la decisión de las calificadoras de riesgo de disminuir el grado de inversión de EPM.

No habían pasado 24 horas cuando veíamos atónitos que le había pedido la renuncia al gerente de Ruta N, quien había sido nombrado por él hace unos meses, por considerar (dicho por el saliente) que había producido grandes resultados en lo técnico, pero no en lo político. Una denuncia grave, que evidencia la participación en política del Alcalde y su administración.

Sindre, quien desde entonces es admirador de Medellín, me llamó el domingo luego de leer la noticia. Me tocó explicarle que ese modelo que creíamos tan eficiente y exitoso era débil y no estaba blindado en contra del populismo. Creímos que siempre íbamos a elegir bien, y le otorgamos poderes excesivos a los alcaldes. El año pasado la mayoría de los ciudadanos de Medellín se dejaron seducir por un lobo disfrazado de oveja, y hoy pagamos ese error.