"Como buitres africanos se devoran el presupuesto nacional"
Del atolladero de la corrupción en la que se encuentra Colombia, solo es posible salir si los jueces se ponen las pilas.
La semana pasada Transparencia Internacional dio a conocer el ranking de percepción de la corrupción a nivel mundial.
Nuevamente nos rajamos. De una medición entre 180 países, ocupamos el deshonroso puesto 96. Y después de nosotros sigue Etiopía en el 97. Me gusta esa comparación, porque poner los pies en la tierra como colectivo y aceptar esa realidad es clave para mejorar.
No somos muy distintos a Etiopía en términos de corrupción. Esa nación africana, que en los años 80 nos estremeció con las imágenes que nos llegaban de niños muertos del hambre y las moscas y buitres comiéndose sus cadáveres. Distintos somos porque la ubicación geográfica colombiana es privilegiada. Tenemos agua, tierra cultivable, ríos y océanos, lo que nos perjudica son muchos de los líderes y gobernantes que como los buitres africanos, se han devorado el presupuesto nacional.
Sin embargo, vale la pena mencionar que en 2017, en el mismo ranking, ocupábamos el puesto 99. Eso significa qué hay una leve mejoría que no se puede desconocer.
Persistir en no entregar mermelada como lo ha hecho el Gobierno del presidente Iván Duque, es un inicio de cambio. Para nadie es un secreto que las entidades del Gobierno se habían convertido en cajeros automáticos de los congresistas con el propósito de aprobar el acuerdo de paz. Esa perversión de corromper la política desde el alto poder es lo que garantiza una cascada de delincuentes que como buitres buscan la manera de agarrar una mayor tajada para mantener sus estructuras electorales locales y regionales.
Sin embargo, la impunidad e ineficiencia del sistema judicial para castigar la corrupción es también lamentable. Las penas irrisorias. Y el mecanismo del yo te elijo para que no me investigues, ha sido perjudicial para que Colombia avance en la consolidación de su democracia. El tapen, tapen, tapen, en cambio se fortalece porque en este país ser pillo paga y los corruptos saben que si los condenan pagarán la pena en la comodidad de sus casas y disfrutando las millonadas robadas.
Sí, uno ve tan lejanos a los países africanos pero da vergüenza saber que a la larga no somos tan distintos a ellos.