La profusión de leyes expedidas y de reformas a la Constitución tiene su costo, pues a través de muchas de ellas se comprometen recursos del Presupuesto General de la Nación y en no pocos casos de los presupuestos de las entidades territoriales. En efecto, muchas de las leyes expedidas al entrar en vigencia conllevan un costo fiscal, en la mayoría de los casos permanente y en otros transitorio, aunque hablando de transitoriedad no hay nada más permanente que las normas transitorias.
El impacto fiscal de estas leyes ha venido creciendo de manera sostenida, las del 2013 le significaron al fisco, según el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) $372.000 millones, las del 2014 $2.5 billones, las del 2015 $522.000 millones y las del 2016 $3.184.000 millones, de los cuales sólo $384.000 corresponden a gasto temporal, el resto es para cubrir gastos recurrentes, esto es permanentes. Y está por establecerse el costo de las que pasan esta vez a sanción presidencial, de lo que sí podemos estar seguros es que el costo fiscal de las mismas no será inferior a las del año anterior.
Conviene dejar establecido que, de conformidad con la Constitución Política la última palabra en materia de gasto público la tiene el Ejecutivo, de modo que todas aquellas iniciativas de los parlamentarios que no cuentan con el aval del Ministro de Hacienda nacen muertas. Como lo advirtió el Ministro del Interior, Guillermo Rivera, el Gobierno va “a objetar aquellas leyes aprobadas con violación del reglamento del Congreso y vamos a poner de presente que toda obligación para el Gobierno derivada de una Ley, debe tener garantizada su financiación”.
En el año 2011 se incorporó a la Constitución el principio de sostenibilidad fiscal y, a renglón seguido, se expidió la Ley 1473 de 2011, que consagra la Regla fiscal, que es como una camisa de fuerza que se le impone al gasto público. De allí la advertencia del Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, en el sentido que “durante el trámite de los proyectos de ley se debe consultar la sostenibilidad de las finanzas públicas, teniendo como referencia las metas fiscales”, que en este momento están fincadas en el propósito de reducir este año el déficit fiscal al 3.3%.
Por esta razón y por haberle negado el aval tanto al proyecto que rebaja las semanas de cotización a pensión a las mujeres que ganen hasta dos salarios mínimos y que cumplan con la edad de 57 años, a la del “tamizaje neonatal y la que incorpora el tratamiento de fertilización al POS, así como al que rebaja del 12% al 4% los aportes de los pensionados a salud, al que se comprometió el Presidente Santos con los pensionados de Colombia durante su campaña, es previsible, como ya se ha anunciado, que sean objetados por parte del Ejecutivo, alegando que no hay espacio fiscal para cubrir su financiamiento.
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*Exdirectivo de la Federación Nacional de Departamentos