Cuentos chinos | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Julio de 2018

“Se atrincheraron en Palacio mientras pasaba la tormenta”


En un país diferente, las grabaciones dadas a conocer en exclusiva por Vicky Dávila, en la W Radio, hubieran tenido consecuencias inmediatas. Son esas y otras tantas barbaridades que han ocurrido en Colombia y que es gracias a los medios de comunicación que se develan los hilos torcidos del poder político.

Sin embargo, contrario a lo que se esperaría, se oyen una o dos voces y todo sigue en lo mismo.

El viernes al medio día estaba haciendo mercado, cuando mi exesposo me escribió un “pon la W”. Tuve que sentarme en el piso del supermercado, al lado de una góndola y duré con la boca abierta una hora y media. Siento pena y una gran tristeza. Es que a muchos que como yo hemos creído en la paz, nos embarga una desilusión inmensa de ver cómo la gran oportunidad histórica se nos fue por entre las manos, porque acabar con la guerra no era hacer un gran show en Cartagena con la firma de los acuerdos, sino remangarse la camisa y construirla, protegiendo a las comunidades a los líderes sociales, previniendo la expansión de las hectáreas de hoja de coca, combatiendo el narcotráfico y defendiendo la democracia.

Todo había que articularlo con milimetría y estrategia, pero se prefirió comprar votos y apoyos en Bogotá que trabajar en el territorio con las comunidades. Construir la paz, era una labor que requería de liderazgo y trabajo puro. Nadie le puede quitar al Presidente Santos el hecho histórico de la firma de los acuerdos, pero esa era en perspectiva histórica tan sólo una parte del fin del conflicto.

Les decía que siento pena y vergüenza. Hace cuatro años cuando Santos ganó su segundo mandato estaba jubilosa. En algún momento escribí que me sentía feliz de ser parte del ilustre 13% del país que comprendía el gobierno según las encuestas. ¡Qué ingenua! Tuve que ver con mis propios ojos el horror de lo que significa e implica una mala administración y cómo eso puede poner en riesgo real la sostenibilidad y existencia de cualquier entidad, incluso del mismo país. Denunciar lo que a mí me habían vendido como la gran panacea era lo que correspondía hacer en mi escala de valores. Pero enfrentar otra “escala de valores” o mejor de antivalores, significó cuestionar el epicentro del poder que de manera aplastante no dudó un segundo en espichar la cucaracha. El gran problema es que las leyes aplican para los de ruana y no para los que usan cinturones “Carolina Herrera” y se usan herramientas non sanctas para eliminar a quien denuncia.

La tristeza es que este alto gobierno, criado en cuna de oro, estudiado en las mejores universidades del mundo y viajado por toda Europa, se pasó por la faja las leyes como si sus privilegios los exoneraran. En la llamada publicada por la W es claro que Prieto le dijo a Santos que los cuatrocientos mil dólares no habían sido declarados en las cuentas de la campaña porque ese era el “acuerdo”. Un líder de verdad pone la cara y no atomiza las responsabilidades. En Colombia los líderes se ufanan de la foto con la medalla en el pecho, pero no ponen la cara para asumir responsabilidades. Bien lo dijo Prieto, se atrincheraron en Palacio de Nariño y esperaron a que pasara la tormenta, porque saben que estás pasan, y después, no pasa nada.