Caótica por decir lo manos, la situación que está viviendo el país frente al covid-19 en este momento de rebrote; imposible negar la amenaza y menos el peligro; sabemos que la capacidad de respuesta en salud está llegando o llegó a sus límites, de nada sirvieron los llamados ni las alarmas que se prendieron a comienzos del año pasado y pensamos equivocadamente que terminando el 2020 todo peligro quedaría conjurado. Grave error y presunción desatinada, porque la lucha es y será larga, constate y sin tregua.
Al observar el comportamiento de nuestros conciudadanos finalizando el año, las autoridades comprometidas en el control de la pandemia llegaron a la conclusión que las cosas se complicarían por la falta de previsión y esa marcada irresponsabilidad en el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad en nuestro entorno que, de seguro, darían un resultado nefasto como el que estamos soportando, y lo más grave, no se lograron tomar las medidas necesarias para evitar un desborde en la capacidad, lo que nos llevó al estado de alarma que hoy vivimos. Es responsable reconocer que ante este tipo de comportamientos abiertamente negativos e irresponsables, les faltó a las autoridades de todo nivel, tomar medidas más drásticas que encausaran el proceder de los habitantes.
En otra columna habíamos manifestado que el comparendo, la citación, el llamado de atención, en fin esos procedimientos que se están desarrollando enmarcados en la ley, reconocidos como los medios con que cuenta hoy la policía, no son suficientes, hacen falta tácticas más coercitivas. Esa persuasión social y llamado a la colaboración con respuesta consciente y responsable no está surtiendo el efecto esperado y desafortunadamente ante la renuencia a cumplir los protocolos, los más perjudicados son aquellos ciudadanos disciplinados y responsables que sí observan las recomendaciones y la ley. Valdría la pena que los asesores en el tema, estudiaran y presentaran a las autoridades, alternativas que permitan o den paso a procedimientos algo más convincentes y restrictivos, de lo contrario el autocontrol, que es la única forma de derrotar la pandemia, nunca llegará.
La economía que pide auxilio a gritos está urgida de la cooperación ciudadana, si alcanzáramos un alto nivel de compromiso en la observancia de protocolos, especialmente de distanciamiento, uso del tapabocas, desinfección de superficies y lavado de manos, seguramente lograríamos caminar en equipo dando paso al renacer económico. Urge conciencia ciudadana, solidaridad con los negocios, una sociedad colaboradora y comprometida con su entorno. Grupos sociales que entiendan la amenaza y teman al contagio, evitando el peligro al caminar con precauciones recomendadas a todo momento; -pero retomo lo dicho- este compartimento no se logra por generación espontánea, apremian medidas represivas, sanciones ejemplares…Se necesitan reglas en favor de la economía y la vida.