Cumplir a la Madre Patria | El Nuevo Siglo
Domingo, 3 de Junio de 2018

Cuando una madre clama a sus hijos por indispensable ayuda, negársela o ser indiferente hacia ella es incalificable conducta. Cuando está de por medio darle a la Madre Patria un buen Presidente, es grave falta volverle la espalda y abstenerse de cumplir con el deber sagrado de dar el voto por quien se estime puede llevarla por mejor senda, y así se impida otra solución peligrosa. Quien no vota está abriendo paso a quien tenga ideas contrarias, de cuyo triunfo y males que vengan se hace cómplice.  

Hago un paréntesis a mi serie de comentarios sobre la gran Exhortación del Papa Francisco, Alegraos y Regocijaos”, para referirme al tema del momento, y presentar aspectos que centran la actual campaña electoral, pues en mi calidad de escritor y de ciudadano que conservo bajo mi misión de Pastor de almas, ahora sin jurisdicción local, para dar orientación general porque es indispensable no andar por las ramas sino decir con claridad qué se está definiendo y qué no. Sobre bases definidas viene la aplicación de nuestro pensamiento cristiano, para cumplir el Cuarto Mandamiento, y “dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”.

Estamos, en Colombia, en momento crucial de escoger entre dos ideales ciertamente contrapuestos, entre los que hay qué escoger. Pero que se tenga en claro que no hay diferencias en aspectos como el de mano dura al tratar de implantar determinadas normas; no hay diferencia entre querer o no la paz sino en cuanto al camino para llegar a ella; no hay diferencia en cuanto mostrar preocupación en corregir la corrupción y  querer rectitud en la administración de justicia, ni en cuanto a buscar superar la mala atención a la salud en el País, ni en la preocupación para que haya más eficaz aplicación de la justicia social y de educación calificada para nuestra niñez y juventud. Tampoco hay diferencia en cuanto a respeto, en general, a lo acordado con las Farc en busca del cese de la guerra, aunque sí en reclamos de enmiendas para bien de la Nación.  Grandes diferencias sí encontramos, y que no traten de disimularlas las partes contrapuestas, sino reafirmarlas con entereza ante la opinión pública que reclama verdad y claridad.

De ambos costados hay ofrecimiento de respetar la pluralidad de pensamiento, aunque de lado y lado haya habido, en sus predecesores, intolerancias y aún persecuciones al adversario. Hay una parte de opinión que tiene en su base un ideal materialista, que no traten de disimularlo con fines electorales, con prescindencia de cuanto suene a religioso y más bien adversa a ello, como lo han puesto en práctica en países inspirados en esa línea, con enseñanza opuesta a principios religiosos, con acogida a prácticas como el aborto, la eutanasia e ideología del género. La otra parte de la opinión mantiene en alto valores religiosos, y, como reflejo de la Ley natural, se opone a prácticas contrarias a ella,  lo cual es preciso que lo digan sin tapujos, y que, llegada a gobernar mantenga en alto sin complejo de atraso sino con convicción que es lo que conviene de verdad a la Nación.

 

Es preciso que cada ciudadano opte entre esas líneas contrapuestas, pese la experiencia de países que han seguido una u otra línea, y que, por encima de simpatías o antipatías personales, mida la realidad de las diferencias y vote no por halagos o por alianzas que aspiren a repartirse los gajes del poder, sino pensando en el verdadero bien del país.  Al Sagrado Corazón y a María Santísima, a quienes seguimos invocando en Colombia, en donde no está prohibido hacerlo en público porque no estamos en un Estado constitucionalmente “laico”, sino respetuoso del pensamiento de cada cual.  De ellos esperamos, con la colaboración de un voto libre y consciente de los ciudadanos, lo mejor para la Madre Patria.     

*Obispo Emérito de Garzón

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